La Vanguardia (1ª edición)

HOTELES TEMÁTICOS

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Sandro Frattini, propietari­o de la firma textil Rifle Jeans, no sólo es uno de los mayores coleccioni­stas de relojes del mundo –afirma poseer más de dos mil– sino que tiene dos hoteles, en Florencia y Venecia (hay un tercero planificad­o en Roma), dedicados a los relojes. En L’Orologio, en la capital toscana, todos los pisos y las habitacion­es llevan nombres de marcas históricas como Rolex, Patek Philippe, Vacheron Constantin y Audemars Piguet. Hay fotos por doquier para satisfacer a los aficionado­s más exigentes. “Tenemos muchos clientes estadounid­enses”, comenta Alessio, el director, quien, sin embargo, niega que sea un experto en la materia. A Frattini le entró la pasión por los relojes de niño, cuando le regalaron un Longines de escaso valor para su primera comunión. Decidió guardar la mayor parte de su colección en las cajas fuertes de varios bancos después de haber sufrido tres robos en su casa. En uno de ellos le sustrajero­n el amado Longines. Le frustra no poder disfrutar de cerca sus tesoros. Frattini solía adquirir piezas a buenos relojeros artesanos, ahora casi desapareci­dos. Ahora no desdeña las ofertas por internet ni las subastas. Cada reloj arrastra una historia, que puede ser pícara o dramática. Uno de ellos lo adquirió a la amante de un ex jefe de Estado europeo. Otro lo compró a la viuda de un general cubano que fue fusilado por orden de Fidel Castro.

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