Las clases medias digitales y Barcelona
La complicidad de Barcelona con las clases medias digitales que la visitan durante el MWC debe ser impulsada y estimulada. Para ello hay que relanzar el Mobile como un foro que debata, analice y comunique con ambición crítica las numerosas dimensiones sociales y las diversas brechas de equidad y eticidad que libera la transformación digital. Esas clases medias digitales viajan a gusto a Barcelona porque se reconocen bien en su fisonomía de ciudad compleja y heterogénea. Quizá ayuda a ello saberse en una ciudad con unas dimensiones históricas de hibridación que han decantado una forma de vivirse a sí misma desde lo complejo. Algo que consigue siendo al mismo tiempo Biedma, Brossa, Montalbán y Mendoza, el distrito 22@, los chiringuitos de la Barceloneta, la Llotja de Mar, el Sónar, el Liceu, la Fundación Miró, el Mercat y el Supercomputing Center. Este dinamismo íntimo que hace de la complejidad una virtud es especialmente útil para confeccionar un nuevo relato para el Mobile como foro de la era digital. Especialmente desde que la transformación digital que vive el mundo progresa dentro de las conflictivas coordenadas culturales y políticas de una posmodernidad global que interactúa abiertamente con los instrumentos materiales de nuestra cada vez más palpable civilización tecnológica.