La Casaramona de l’Hospitalet
La fábrica Godó i Trias, emblema del textil de la segunda ciudad de Catalunya, se convertirá en el epicentro europeo de la medicina tradicional china
La que fue una de las fábricas que albergó a más trabajadores de la industria textil en l’Hospitalet de Llobregat e incluso tuvo una época de improvisado plató televisivo se transformará en 2020 en el Centro Europeo de Medicina Tradicional China (TCM-EU). Se trata del primer paso del desembarco en Europa de esta tradición milenaria gracias a una inversión de 80 millones de euros del Gobierno chino.
Seguro que Pilar Romeu, que en 1903 encargó su construcción para la empresa Viuda e Hijos de Jaime Trias, no se imaginaba que su fábrica acabaría sirviendo para realizar y enseñar cómo se hacen terapias tradicionales del otro extremo del planeta. La historia de la Godó i Trias comenzó por la confección de tejidos de yute para hacer cuerdas y sacos, entre otros productos.
Su localización, que servirá para desarrollar el clúster biomédico de l’Hospitalet gracias a su proximidad con el hospital de Bellvitge y el de Duran i Reynals, se escogió en primera instancia por la abundancia de agua que se hallaba en el lugar a principios del siglo XX. La proporcionaba un “acuífero profundo del río Llobregat”, explica Manuel Domínguez, miembro del Centre d’Estudis de l’Hospitalet. Fue la primera industria que aprovechó el agua subterránea del río que da nombre a la segunda ciudad de Catalunya. Hasta allí también llegaba un ramal del canal de la Infanta, que aún se conserva. “El nombre popular de la fábrica era Les Sangoneres”.
Ferran Junoy firmó los planos de un lugar de estilo modernista calificado como Bien Cultural de Interés Local. “Es un edificio con un valor artístico notable, equiparable a Casaramona”, según el Centre d’Estudis de l’Hospitalet, que lo compara a la actual sede del CaixaForum, obra de Josep Puig i Cadafalch. Diez edificios y una chimenea alargada ubicados alrededor de un pasillo central era su forma original. Todo el recinto se construyó con ladrillo visto, repleto de almenas, cenefas y otros elementos decorativos. Curiosamente, esta estructura enamoró a los responsables del Gobierno de Pekín porque les recordaba a algunos centros de medicina china.
La transformación de la Gran Via supuso la demolición y la reforma de las construcciones de la parte sur. Fue una de las muchas conversiones que ha vivido el lugar. Una de las más importantes la realizaron los arquitectos Frederic Correa y Alfons Milà entre 1962 y 1964, ya con la familia Godó en la propiedad. “La restauraron y la ampliaron respetando todo su lenguaje modernista”, afirma Manuel Domínguez.
Cuando comience la actividad de aquí a tres años, el TCM-EU tendrá un centenar de empleados. Se espera que sean 500 cuando el proyecto esté consolidado. Pero la Godó i Trias llegó a ser la segunda industria del municipio en número de trabajadores durante los años 20 del siglo pasado. “El 80% de la plantilla eran mujeres”, indica Domínguez; algo habitual en el sector textil. En 1930, allí laboraban 556 personas.
Con tantos años de historia, el enclave también superó conflictos sociales y laborales. En 1937, durante la Guerra Civil, estuvo en riesgo por “un gran incendio que quizás fue un sabotaje”. La fábrica cerró víctima de la decadencia del textil catalán, como lo hicieron otras como la Tecla Sala, Can Vilumara o Can Trinxet. Ya sin actividad industrial, fue utilizada como escenario de la serie de TVE La saga de los Rius, basada en la novelas de Ignacio Agustí, que se emitió en la temporada 1976-1977.
Antes de encarar la próxima de sus múltiples vidas –ser un concesionario fue su última ocupación– todas las partes protegidas del edificio serán rehabilitadas con la intención de “recuperar la configuración original de la fábrica”, según explican fuentes del Ayuntamiento de l’Hospitalet. Buena parte de los elementos sin valor patrimonial pasaron a mejor vida con la construcción de la plaza Europa. También se retiraran antiguas ampliaciones que dejaron las fachadas maltrechas, y las cubiertas de fibrocemento.
Aunque la fábrica, ahora abandonada, volverá a tener actividad, Manuel Domínguez alerta: “Es un edificio extraordinario, cederlo a una empresa no es recuperar patrimonio, sino perderlo”.
El Gobierno chino invertirá 80 millones en el centro, que se rehabilitará para recuperar su aspecto