La Vanguardia (1ª edición)

Arquitecto artista

Alceu Ribeiro y Juan de Andrés coinciden en la cartelera

- Barcelona

La galería Marc Domènech presenta una importante exposición de la obra pictórica de Le Corbusier, organizada en colaboraci­ón con la galería madrileña Guillermo de Osma, donde se expondrá desde finales del próximo enero.

La galería Marc Domènech presenta una importante exposición de la obra pictórica de Le Corbusier, organizada en colaboraci­ón con la galería madrileña Guillermo de Osma, donde se expondrá desde finales de enero. Le Corbusier es el seudónimo artístico de Charles-Edouard Jeannert, ciudadano nacido en LaChaux-de-Fonds (Suiza) en 1887, que solía firmar sus obras con las iniciales LC. Cuando considero sus aportacion­es teóricas y prácticas, sobre todo en el ámbito de la arquitectu­ra y especialme­nte en la extraordin­aria capilla de Ronchamp (1955), no puedo evitar acordarme de la muy citada frase que pronuncia el cínico personaje de Orson Welles en El tercer hombre. Esa en la que afirma que la mejor contribuci­ón a la historia del arte y la cultura que ha sabido hacer la muy civilizada Suiza es el reloj de cuco. Como casi todas las sentencias despreciat­ivas referidas a un país, un género o una generalida­d, es una afirmación necia, un tópico propio de ignorantes. Pocas personas han influido tanto en la arquitectu­ra del siglo XX como Le Corbusier. Lo mismo puede decirse de Paul Klee en la pintura y tampoco se entiende la escultura y el cine modernos sin Giacometti y Jean-Luc Godard. Y todos ellos eran tan suizos como los escritores Carl Gustav Jung y Robert Walser.

Mutaciones figurativa­s es una selección de pinturas, dibujos y collages que se centra especialme­nte en los últimos 30 años de vida de este artista, pero también incluye obras de los años veinte. En su obra plástica Le Corbusier expresa aspectos distintos que en su obra arquitectó­nica, y revela una personalid­ad múltiple, que también mostró en sus otras facetas: urbanista (a veces megalómano), teórico, escritor, diseñador, inventor... Participa tanto de la sensibilid­ad compositiv­a que desarrolló el cubismo como de la liberación vital y sexual surrealist­a. También de la fascinació­n, muy de entreguerr­as, por los cuerpos femeninos atléticos, que en Le Corbusier se despertó en un viaje africano.

En sus cuadros lo masculino suele ser vertical y lo femenino horizontal, como si lo alzado significar­a proyecto y voluntad y lo extenso una relación más inmediata y profunda con lo terrenal. En un pastel de 1932, una corteza de árbol, una caracola y una mujer que lee aparecen representa­das en la misma escala, como tres fases que llevan de la naturaleza a una cultura también natural. De 1937 es la composició­n fluida Deux femmes nuages (Dos

mujeres nubes), que enlaza con las fusiones edénicas, preadamita­s, de Jean Arp. De 1950 es el retrato Quatre femmes autour d’une table yde los años cincuenta varias composicio­nes más abstractas, realizadas en su cabaña de Roquebrune-CapMartin, frente al mar Mediterrán­eo donde desapareci­ó en 1965. Lo cual, por cierto, remite al memorable final de la película Pierrot le fou ,desu compatriot­a francosuiz­o Godard. Galería Marc Domènech. Pje. Mercader, 12. Hasta el 18 de enero.

Dibujos de arquitecto­s. Desde la desaparici­ón de Antonio de Barnola, en cuya galería se presentaro­n muestras sobre arquitectu­ra muy bien planteadas, se echaba en falta una exposición como la que ahora presenta Víctor Saavedra. Es una muy variada selección de dibujos realizados por 64 arquitecto­s, entre ellos los equipos RCR y MBM Arquitecte­s, Carlos Ferrater, Borja Ferrater, Maria Rubert de Ventós, Josep Ferrando y Juli Capella. Este último firma La Sagrada Ortodoxa

Familia, una versión fantástica y casi moscovita, que traiciona a Gaudí de un modo más evidente que la versión real, aún en construcci­ón. Galería Víctor Saavedra. Enric Granados, 97. Hasta el 9 de enero.

Alceu Ribeiro. El plano en color, la visión frontal, la línea que delimita, la suma y la relación de los ritmos y la estructura: estos son los elementos fundamenta­les en la obra de Alceu Ribeiro (Artigas, Uruguay, 1919 – Palma, 2013). Ribeiro es uno de los mejores exponentes del constructi­vismo de la Escuela del Sur iniciada por Torres-García, a la que aporta una especie de libertad paramusica­l cercana a la obra de Paul Klee. Ribeiro creía, como Stravinsky, que “el arte es lo contrario del caos”. Y pensaba que “si una superficie no se organiza, no adquiere trascenden­cia”. La muestra es una selección muy cuidada que abarca distintos momentos de su trayectori­a. Sala Dalmau. Consell de Cent, 349. Hasta el 13 de enero.

Juan de Andrés. A diferencia del minimalism­o norteameri­cano, de carácter a menudo puritano y estético, el minimalism­o del artista uruguayo Juan de Andrés (1941) ofrece valores humanos como la calidez, la armonía y la serenidad. Sus composicio­nes tienen un carácter más arquitectó­nico que musical y son excelentes ejemplos de un grado mínimo de la pintura, de un cierto modo austero y todavía sensual y celebrador. Círculo del Arte. Princesa, 52. Hasta el 31 de diciembre.

Participa tanto de la sensibilid­ad compositiv­a del cubismo como de la liberación vital y sexual surrealist­a

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GALERÍA MARC DOMÈNECH Quatre femmes autour d’une table (1950), de Le Corbusier

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