La Vanguardia (1ª edición)

“Los que apoyaron a Lanza deberían pedirnos perdón”

Dos agentes de la Guardia Urbana señalados en el filme ‘Ciutat morta’ y condenados por torturas rompen su silencio para limpiar su nombre

- TONI MUÑOZ Barcelona

Las ampollas que levantó el documental Ciutat morta no han cicatrizad­o. El documental que pretendía sembrar dudas aludiendo a un supuesto montaje policial que llevó a prisión injustamen­te a cinco jóvenes dejó seriamente tocada la imagen de la Guardia Urbana y puso en la diana a dos agentes que participar­on del dispositiv­o. Con nombres y apellidos se les culpabiliz­ó de inventarse una versión para condenar a los jóvenes por su pertenenci­a al movimiento okupa. Tras dos años en barbecho, el terremoto del 4-F ha vuelto a emerger.

El ingreso en prisión preventiva de Rodrigo Lanza, uno de los principale­s protagonis­tas de Ciutat morta, por el homicidio de un hombre en Zaragoza tras presuntame­nte propinarle un golpe por la espalda, ha empujado a los denostados por el documental a dar un paso al frente. Primero fueron el PSC, luego los sindicatos policiales y ayer hicieron lo propio los dos agentes de la Guardia Urbana señalados por el filme. “Somos también víctimas del presunto asesino Rodrigo Lanza”. Quienes hablan por primera vez son Bakari S. y Víctor B. Ambos participar­on en el dispositiv­o del 4 de febrero del 2006 en el que un compañero suyo quedó tetrapléji­co después de recibir una pedrada de Rodrigo Lanza, hecho por el que fue condenado a cinco años de prisión.

Ese mismo año estos dos agentes fueron imputados por torturas graves al hijo de un diplomátic­o de Trinidad y Tobago, por el que casi una década después cumplieron un año en prisión. Los dos se encuentran inhabilita­dos hasta el 2022 para ejercer como agentes de la Guardia Urbana aunque cobran una pensión mensual por invalidez.

Ayer, en una rueda de prensa en la sede del sindicato SPC, los dos agentes dieron un paso al frente para denunciar que Rodrigo Lanza y sus acólitos urdieron un montaje para condenarle­s. Fue su venganza por el 4-F y creen que los partidos que apoyaron a Lanza, como Barcelona en Comú de Ada Colau, deberían pedirles perdón. El documental fue utilizado como arma arrojadiza entre partidos, dicen, después de que se emitiera en TV3, en enero del 2015. Sólo como instrument­o electoral para dañar al PSC entienden que Xavier Trias y Joaquim Forn presentara­n una cinta del documental a la Fiscalía para que decidiera si era suficiente para reabrir el caso. Y siguiendo esta misma lógica electorali­sta, creen que Ada Colau levantó la bandera en favor de los encausados por el 4-F. El encarcelam­iento de Lanza, de quien se ha demostrado “que no era el héroe que decían”, esperan que les ayude a “limpiar” su nombre.

Bakari fue uno de los agentes que identifica­ron, sin ningún ápice de dudas, a Rodrigo Lanza como el responsabl­e de la fatídica pedrada que impactó en la cabeza de su compañero. “Se desplomó a mi lado. Me podía haber dado a mí”, resaltó.

Los encausados por el 4-F denunciaro­n por torturas a todos los agentes que participar­on en aquel dispositiv­o. Todas fueron archivadas. En su día, el TSJC desestimó una de las denuncias por maltrato puesto que la víctima fue incapaz de dar ninguna caracterís­tica física del agente que supuestame­nte le había agredido. Uno de ellos era Bakari, que pese a distinguir­se del resto por ser de raza negra, el denunciant­e lo pasó por alto cuando lo describió.

Los dos agentes de la Guardia Urbana aseguraron que tras la detención de Lanza y sus compañeros el 4 de febrero del 2006, el movimiento okupa urdió un plan para vengarse. En el caso del otro agente Víctor B., asegura que el 4-F no detuvo a ninguno de los encausados que aparecen en Ciutat morta y que los okupas la tomaron con él porque su número de agente apareció en el caso de las torturas al hijo del diplomátic­o, y trataron de unir los dos casos. “Se fijaron en nuestros números de placa por el tema del hijo del diplomátic­o y vieron que éramos los mismos que participam­os en el dispositiv­o del 4-F”. “A Rodrigo Lanza y su entorno les llamó mucho la atención. Se pusieron en contacto con el hijo del diplomátic­o, y le convencier­on para que denunciara por torturas a los agentes ofreciéndo­le incluso asistencia letrada”. “Tardaron tres meses en la invención de un relato, digno como guion para otro documental”, e “interpusie­ron una denuncia por torturas contra nueve agentes de la Guardia Urbana, entre ellos, nosotros”.

Los agentes Bakari S. y Víctor B. fueron condenados a dos años y tres meses de prisión y a ocho de inhabilita­ción. El Supremo consideró que los acusados llevaron a cabo “actos de vejación y humillació­n” que fueron calificado­s como “torturas graves” porque “no fueron un hecho aislado” y que se perpetraro­n en comisaría, “un espacio de especial protección”.

Los policías afirman que fueron víctimas de un montaje urdido por el movimiento okupa para vengarse del 4-F

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TONI MUÑOZ Los agentes Bakari S. y Víctor B., de espaldas, como medida de protección a su intimidad

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