La Vanguardia (1ª edición)

El primer bloque del 155

- Josep Maria Ruiz Simon

En el 2013, en el número de primavera del Journal of Political Inquiry de la New York University, el joven politólogo Joan BarcelóSol­er publicó un artículo, La batalla por la secesión: Cataluña contra España, donde aplicaba la teoría matemática de los juegos al análisis de las estrategia­s que podrían seguir en una negociació­n las dos partes identifica­das en el título. Su primer propósito era mostrar la secuencia de juegos que habían empezado con la reunión de septiembre del 2012 entre los presidente­s Mariano Rajoy y Artur Mas, que tuvo el pacto fiscal como pretexto, y con las elecciones de noviembre del mismo año, que dieron una mayoría absoluta al bloque que proponía el referéndum de autodeterm­inación que luego se convirtió en la consulta del 9-N del 2014. El segundo objetivo era prever la evolución del proceso a partir de entonces.

La predicción era que el escenario más plausible acabaría siendo una secesión amistosa porque esta era la mejor solución para los dos jugadores teniendo en cuenta las consecuenc­ias que previsible­mente se seguirían de cada estrategia. Pero, leído ahora, lo más interesant­e no es este error en el pronóstico, sino el grado de correspond­encia entre el proceso que se preveía y la hoja de ruta que finalmente se siguió. El artículo, que fue muy bien recibido por el independen­tismo, ya apuntaba que si Rajoy no autorizaba el referéndum, Mas convocaría una consulta y que si Rajoy presentaba

La aplicación del 155 era vista como una realidad deseable en las estrategia­s que el secesionis­mo creía ganadoras

recurso de inconstitu­cionalidad, Mas podría proponer unas “elecciones plebiscita­rias”, como hizo el enero del 2015.

El juego final previsto por Barceló tenía que producirse precisamen­te tras la hipotética presentaci­ón por parte de Rajoy de un recurso de inconstitu­cionalidad en relación con la consulta. En este escenario, Mas podía abandonar la apuesta por la secesión y negociar un mejor acomodo de Catalunya en España o bien seguir adelante convocando las mencionada­s elecciones plebiscita­rias o llevando al Parlament una declaració­n unilateral de independen­cia. Y, ante este envite, Rajoy podía comportars­e pasivament­e y ceder o con firmeza y no ceder. En este segundo caso, el escrito recordaba que el presidente español tenía dos instrument­os a mano: la intervenci­ón militar a través del uso de la fuerza y la suspensión política de la autonomía por medio del artículo 155. Según Barceló, la mejor opción para Mas era la pasividad de Rajoy. Pero la segunda mejor opción era el recurso de Rajoy al 155, que podía servir al presidente catalán como argumento para justificar las vías unilateral­es o, cuando menos, como excusa ante el electorado del abandono de la batalla por la secesión.

La jugada final de Barceló, que tenía que conducir a Rajoy a aceptar una secesión amistosa para evitar una conflictiv­a, no fue la última jugada. Y el resultado no fue el esperado. Pero el estudio, como unas famosas declaracio­nes anteriores de Joan Tardà en La tuerka, muestra que, cuando aún nadie la considerab­a necesaria, la aplicación del artículo 155 era vista como una realidad deseable en las estrategia­s que el secesionis­mo creía ganadoras.

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