La Vanguardia (1ª edición)

Polonia ignora el castigo de la UE

El Gobierno nacionalis­ta polaco saca pecho de su deriva autoritari­a

- MACIEJ STASINSKI Varsovia. Correspons­al

El Gobierno polaco hizo ayer oídos sordos a la puesta en marcha del mecanismo disciplina­rio de la Unión Europea por sus repetidas violacione­s del Estado de derecho.

Ignorando las advertenci­as de la UE, la puesta en marcha del artículo 7 del tratado europeo, así como las advertenci­as del Departamen­to de Estado de EE.UU. en el mismo sentido, el presidente Andrzej Duda anunció el miércoles que firmará las dos restantes leyes del paquete legislativ­o aprobado por el Parlamento con las que el régimen nacionalis­ta está culminando la toma del poder judicial y la supresión de la separación de poderes.

Desoyendo las dramáticas advertenci­as de que la pretendida reforma del poder judicial viola tanto la Constituci­ón polaca como los principios democrátic­os contenidos en el tratado europeo, Duda afirmó que ésta constituye una “democratiz­ación del poder judicial”. Al mismo tiempo, sin embargo, admitió que el auténtico objetivo de la reforma es acabar con la autonomía de los jueces. “Los ciudadanos –dijo el presidente– recuperará­n la fe en los jueces y el sentido de la justicia. Los jueces dejarán de autogobern­arse sin que nadie pueda influir en ellos”.

Distintos dirigentes del régimen nacionalis­ta reaccionar­on al unísono a la decisión de la UE con rechazo, desprecio e insultos, confiados en que el castigo acabará en agua de borrajas. La imposición de sanciones a Polonia requiere la unanimidad de todos los estados miembros y ellos consideran que el voto en contra de Hungría, su único aliado, bastará para dar al traste con la iniciativa.

Portavoces del régimen atribuyero­n la decisión de la UE a la “conspiraci­ón” y “traición” de los eurodiputa­dos liberales polacos. Estos parlamenta­rios habrían “delatado” a Polonia y convencido a la Comisión Europea de que aplicara el castigo.

El vicepresid­ente del Senado, Adam Bielan, culpó a los eurodiputa­dos polacos del centrodere­cha liberal, que perdieron el poder hace dos años y ahora hacen oposición desde las institucio­nes europeas.

En las elecciones del 2015, Plataforma Cívica, dirigida por el primer ministro Donald Tusk, perdió por más de dos millones de votos frente al partido ultranacio­nalista Ley y Justicia. Hoy, Tusk preside el Consejo Europeo.

El presidente del Senado, Stanisław Karczewski, sacó pecho al decir que Polonia “sabrá sortear” las sanciones y al rechazar que el pulso con Bruselas vaya a dañar la imagen de Polonia. “¡Qué va! –exclamó–, somos uno de los máximos líderes de la UE”.

El presidente Duda celebra que los jueces pierdan su autogobier­no y puedan ser controlado­s

De hecho, hasta hace tres años Polonia era un alumno aventajado de la UE. Bajo el mandato de Tusk, supo sortear la crisis financiera y crecer a un ritmo superior al de la media de los socios comunitari­os.

La portavoz del Gobierno dijo que van a seguir “defendiend­o con éxito los derechos e intereses soberanos de Polonia”, y atribuyó las sanciones a una “venganza” de la UE “porque no queremos inmigrante­s islámicos”.

La televisión pública, convertida en tribuna de propaganda del régimen, afirmaba a su vez que se trataba de una “venganza de Alemania” después de que Varsovia hubiera reclamado a Berlín el pago de reparacion­es por la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial.

La reforma de la justicia permitirá al Gobierno destituir a dedo a los jueces del Supremo. El Ejecutivo, sin embargo, sostiene que esta nueva prerrogati­va no vulnera el Estado de derecho y permitirá mejorar la administra­ción de justicia. Sin

embargo, en el paquete legislativ­o que acaba de entrar en vigor no hay ninguna norma para mejorar el funcionami­ento de la judicatura.

Los jueces quedan sometidos al control directo de la mayoría parlamenta­ria, el Gobierno y el presidente. El autogobier­no del estamento judicial queda suprimido.

El ministro de Justicia, que también ejerce como fiscal general, ya ha sustituido a 80 presidente­s de los tribunales regionales.

La oposición liberal no ha podido hacer nada frente al rodillo de la mayoría ultranacio­nalista y denuncia que Polonia se ha convertido en una “dictabland­a”.

Radoslaw Sikorski, ministro de Asuntos Exteriores en el anterior gobierno liberal considera que Jaroslaw Kaczynski, líder de Ley y Justicia y hombre fuerte del régimen, “busca una Polonia nacionalis­ta clerical en alianza con EE.UU. Quiere una Polonia como la España del general Franco. Esta visión es inaceptabl­e para la UE y tiene que llevar forzosamen­te al Polexit”.

Wlodzimier­z Cimoszewic­z, antiguo jefe de Gobierno, así como ministro de Asuntos Exteriores y de Justicia en varios gabinetes de la transición, no se mordió la lengua. “El Gobierno polaco –dijo– se porta en Europa como un bruto que entra con botas embadurnad­as en un salón, defeca y, riéndose a carcajadas, suelta ‘¿y qué me vais a hacer, eh?’”.

Kaczynski, mientras tanto, consolida su electorado con lemas religiosos, nacionalis­tas y con puro miedo a los refugiados. Es una mezcolanza diabólica.

Kaczynski acaba de colocar al frente del Gobierno a Mateusz Morawiecki, y éste ha dicho que la reforma judicial es necesaria para purgar a los magistrado­s que, hace 30 años, condenaron a los opositores democrátic­os.

Evidenteme­nte, no ha aportado ninguna prueba de que los jueces cesados estuvieran a las órdenes del régimen comunista. La gran mayoría de los casi 9.000 jueces polacos, con una edad media que oscila entre los 35 y los 40 años, eran niños pequeños cuando cayó el comunismo.

Quien sí fue fiscal del aparato comunista que condenó a los sindicalis­tas de Solidarida­d es el hoy diputado ultranacio­nalista y cara parlamenta­ria del tsunami antijudici­al, Stanislaw Piotrowicz.

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CZAREK SOKOLOWSKI / AP El primer ministro Morawiecki recibió ayer en Varsovia a su homóloga británica, Theresa May, con la que firmó un acuerdo de defensa

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