Arrimadas rompe moldes y se impone en votos y escaños
Cs se convierte en el primer partido antinacionalista en ganar unas catalanas
El lema de campaña escogido por el equipo de campaña de Ciutadans, “Ara sí, votarem”, acabó siendo profético. Inés Arrimadas fue la candidata más votada en unas reñidas elecciones y obtuvo un resultado que se puede calificar de histórico por su carga simbólica. Por primera vez en Catalunya se ha impuesto en las urnas un partido que desde sus orígenes se ha opuesto sin matices a algunos de los conceptos y planteamientos nacionalistas –como la inmersión lingüística– que han marcado el devenir de la política catalana en décadas.
Arrimadas y Rivera habían fijado en un millón de votos los necesarios para la victoria. No se equivocaron. Cs consiguió superar en 100.000 votos esa cifra y ser la primera fuerza con 37 escaños, el 25,35% de los votos, obteniendo la victoria con holgura en las provincias de Barcelona y Tarragona. Cs ha sido la primera fuerza en las diez ciudades más pobladas. Sus resultados son equiparables con los de Pasqual Maragall en 1999 cuando ganó en votos a Jordi Pujol.
“Un millón cien mil valientes han lanzado un mensaje al mundo, que la mayoría social quiere seguir siendo catalana, española y europea”, proclamó una eufórica Arrimadas.
Ni en las elucubraciones más entusiastas en las cenas que un grupo de intelectuales, entre los que estaban Francesc de Carreras, Félix de Azúa, Ferran Toutain, Arcadi Espada, Albert Boadella, Xavier Pericay y Félix Ovejero, entre otros, decepcionados por un pacto entre el PSC y ERC, organizaban en 2005 para articular en una plataforma civil, llegaron a imaginar poder pelear por la victoria en unas elecciones catalanas. Si en la noche del 2 de noviembre de 2006, cuando para sorpresa de propios y extraños irrumpieron en la Cámara catalana con
Cs gana en las ciudades pobladas y las provincias de Barcelona y Tarragona
La decepción de la noche fue no poder sumar una mayoría con el PSC y PP Rivera pide trasladar la victoria en las urnas a España y “empezar una nueva etapa”
tres diputados, varias decenas de simpatizantes de Cs salieron del hotel Calderón a proclamar la buena nueva con gritos de “libertad, libertad”, ayer Arrimadas, Rivera y toda la candidatura festejaron la victoria en plaza Espanya junto a varios miles de personas. Los cánticos entonados ayer fueron “campeones, campeones” y “luego diréis, que somos cinco o seis”.
La noche, no obstante, podría haber sido más dulce si el bloque constitucionalista hubiera sumado una mayoría suficiente para, con el apoyo de los comunes, gobernar. No fue así por el desplome del PSC y el PP. Cs esperaba ganar en votos, pero contaba con que los socialistas, con la suma que había hecho con Units –herederos de la desaparecida Unió Democrática– tuvieran un mejor resultado al sumar apoyos entre el soberanismo moderado. No fue así. De ahí que el mensaje en el que insistió Arrimadas fuera el de subrayar el valor simbólico de su victoria.
“Nosotros os prometimos que íbamos a ganar, nosotros no podemos hacer más”, dijo Rivera en un velado reproche a socialistas y populares. Los estrategas de Cs diseñaron una campaña para capitalizar las grandes movilizaciones de octubre contra el proyecto independentista con un mensaje muy claro por congregar el voto constiOtra tucionalista en torno a Arrimadas, cuya popularidad como candidata, después de liderar la oposición en el Parlament, es mucho mayor que en la contienda de 2015. El mensaje estos días ha sido tan simple como efectivo: “Cs es el único partido con capacidad de ganar en las urnas al independentismo”.
de las claves de la campaña ha sido el papel de Arrimadas como candidata. Más segura y madura que hace dos años, al haber ganado experiencia política liderando la oposición parlamentaria, frenó las voces más beligerantes del partido, que exigían unas formas y un discurso más contundente con el independentismo, y construyó un relato más amable –“Yo soy así”, explicó durante la campaña– con el que penetrar en algunos territorios tradicionalmente hostiles para Cs y captar voto a izquierda y derecha del partido.
Muy significativos del crecimiento que ha experimentado la formación en paralelo a la radicalización del proceso independentista fueron el multitudinario acto de Arrimadas y Rivera en Girona, donde reunieron a más de 1.200 personas o las 500 personas que participaron en los mítines de Manresa y Granollers. Con todo, en el arreón final Cs se lanzó a por el voto metropolitano, donde se concentra la mayoría de la población catalana y donde el independentismo se ha topado una y otra vez con un muro de incomprensión, en una pugna sin cuartel de cara el 21-D con el PSC y en menor medida con el PP, con actos multitudinarios en Santa Coloma y Nous Barris, donde cimentaron su fuerte crecimiento del 27-S.
Cs espera que los resultados obtenidos en Catalunya tengan efectos inmediatos en el tablero político español. Rivera ha tenido un papel estelar y ayer se apresuró a vincular la victoria con el inicio de una nueva etapa en España. “Debemos derrotar al nacionalismo en España como lo hemos hecho en Catalunya e iniciar un proyecto ilusionante para todos”, afirmó Rivera ayer.