Kuczynski salva la presidencia de Perú, pero el país parece ingobernable
Hace menos de una semana, cuando trascendió que una empresa del presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, había recibido sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, el fujimorismo se frotó las manos. Utilizaría su amplia mayoría en el Parlamento para destituir al líder conservador que ganó las elecciones del 2016 por un puñado de votos.
Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, presentó una moción de destitución por “incapacidad moral permanente”. Anteanoche, sin embargo, después de una sesión que duró trece horas, no alcanzó los dos tercios de los votos necesarios. A favor de destituir a Kuczynski votaron 78 diputados, en contra lo hicieron 19 y hubo 21 abstenciones, diez de ellas en las propias filas de Fuerza Popular.
Este resultado y la celeridad de todo el proceso demuestra el caos político que hace de Perú un país casi ingobernable. Todos los expresidentes vivos están en la cárcel, huidos o investigados.
Es posible que Keiko Fujimori haya prestado a Kuczynski las diez abstenciones a cambio de un indulto a su padre, el expresidente Alberto Fujimori, que cumple una condena de 25 años de cárcel.
Kuczynski, de 79 años, veterano de Wall Street, dijo que no sabía nada de los 800.000 dólares que Odebrecht dio a su empresa Westfield Capital entre el 2004 y el 2007, cuando él fue ministro de Finanzas y primer ministro. Argumentó que había cedido a un socio la gestión de la compañía y se dijo dispuesto a colaborar en la investigación judicial.
Kuczynski también admitió, por primera vez, que las elecciones del 2016 habían fracturado a la sociedad peruana y que es necesaria una “reconciliación”. Liberar a Fujimori e incorporar a miembros de Fuerza Popular en su Gobierno contribuirían a ello.
En esta línea, la vicepresidenta Mercedes Aráoz dijo que están dispuestos a trabajar con el fujimorismo. Sin embargo, aunque se da por hecha una remodelación del Ejecutivo, no está claro que Kuczynski quiera ir tan lejos. Keiko Fujimori es mucho más popular que él y darle todavía más protagonismo no parece que vaya a serle conveniente.
La inestabilidad política contrasta con la buena marcha de la economía. Perú cerrará el año con un crecimiento del PIB del 2,6% y se calcula un aumento del 4% para el 2018, gracias, precisamente, a las inversiones en infraestructuras de empresas como Odebrecht. Perú crece a mejor ritmo que México, Brasil, Chile y Colombia.