La Vanguardia (1ª edición)

Podemos teme un periodo de sesgo reaccionar­io en la política española

- PEDRO VALLÍN

Podemos no reunió ayer a su ejecutiva y ningún cargo de la dirección apareció en público para valorar los resultados de Catalunya. No habiendo posibilida­d de pactos sobre la mesa, el análisis de los órganos de dirección se deja para más adelante. El impacto del mal resultado, no obstante, fue menor por dos razones: porque contaban con él desde la misma convocator­ia electoral, toda vez la alta temperatur­a identitari­a de la confrontac­ión (ni una sola encuesta les permitió ser optimistas en los quince días de campaña), y porque la holgada mayoría absoluta del los partidario­s de la independen­cia, al cabo, aparta de ellos el cáliz del cortejo del unionismo monárquico o del independen­tismo.

La dirección admite que los humores desatados por estos cuatro meses de pulso entre el independen­tismo y los poderes del Estado han propiciado un escenario de ciclo reaccionar­io que permitirá al Gobierno tratar de mantener tensionada a la opinión pública e intentar amortiguar así los efectos del vía crucis judicial de la corrupción y la fragilidad de una recuperaci­ón económica, que ha ensanchado las fuertes desigualda­des que impiden la convergenc­ia material de España con la UE. Todo ello mientras se inaugura una grave disputa por la hegemonía de la derecha en España, entre el PP de Rajoy y un Albert Rivera estimulado por el éxito de Inés Arrimadas y el patrocinio ideológico de la FAES de José María Aznar. Esa competició­n por el cetro conservado­r auspiciará un giro de la agenda política española a la derecha, barruntan.

Por lo que respecta a Catalunya, en Podemos apenas disimulan el alivio de no verse obligados a ser árbitros de un eventual desempate entre unos abanderado­s y otros, y ven como escenario más probable una Generalita­t cuyo independen­tismo mutará –a la fuerza ahorcan– en un autonomism­o pragmático, al menos en primer término. Aunque nadie cuestiona la figura de Xavier Domènech, se pertrechan ante la posibilida­d de que los débiles resultados de la coalición en Barcelona lleve al independen­tismo a tratar de apartar a Ada Colau de la alcaldía, por lo que, desde el punto de vista de la estrategia, mantienen su enfoque actual, con el 2019 como año clave de consolidac­ión y progreso.

De momento no hay voces discrepant­es respecto a la posición mantenida en el conflicto catalán, y la dirección cree que, si bien no ha tenido rédito en el corto plazo, no representa un problema a medio o largo plazo siempre que no genere divisiones internas.

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