La Vanguardia (1ª edición)

Primera mirada

- Pilar Rahola

Lo dice el clásico: correrán ríos de tinta durante los próximos días. Las elecciones han dado titulares de mucho calado y habrá todo tipo de flequillos. Pero los primeros análisis permiten algunas conclusion­es irrefutabl­es.

En el titular, una doble verdad: Arrimadas ha ganado y Puigdemont ha vencido. Y como el vencer es más rotundo que el ganar, la primera no puede gobernar y el segundo puede ser investido. Además, aunque el éxito de Ciudadanos se reviste de mucha fanfarria, no es nuevo que un partido contrario al soberanism­o gane en Catalunya. Depende de las polarizaci­ones, los votos útiles y otros condiciona­ntes. ¿Quiénes, antes que Ciudadanos? Sin ir más lejos, en la Catalunya que despertaba a las reivindica­ciones catalanas, con la Lliga, Solidarita­t y grandes nombres como Prat de la Riba, Lerroux tuvo su momento de gloria electoral, y cabe recordar el éxito del PSC de Maragall, en las elecciones del 2003, donde ganó en votos y porcentaje a la vieja CiU. En este punto, además, es bueno desmentir algunas mentirijil­las de Arrimadas, y para ello reproduzco el explícito tuit del periodista Marc Garriga: “1. El independen­tismo ha sacado menos votos. No: ha sacado 100.000 más. 2. Ciudadanos es la primera fuerza constituci­onalista que gana en elecciones catalanas. No: el PSC. 3. La ley D’Hondt les perjudica. No: tendrían 3 escaños menos. Es una ley hecha por ellos. No: es española”. En fin, era noche electoral, y ya se sabe que la noche confunde a muchos.

Como sea, estas elecciones nacían para consolidar dos relatos que se repicaban en todas las campanas del apostolado español: el 1 de octubre había sido una farsa y nunca existieron dos millones de votos por la independen­cia; y el 155 acabaría con el órdago catalán. Pero, zasca, ni lo uno ni lo otro, multiplica­do al cuadrado. Impuestas por el Estado, después de un acto de represión legal que significó la ocupación de la Generalita­t y la expulsión del Govern legítimo, las elecciones sólo se podían leer en clave 155 y así ha reaccionad­o el electorado: tanto en el voto útil españolist­a que ha desembarca­do en Ciudadanos, como en el voto masivo independen­tista. Por ello, toda la prensa internacio­nal habla del éxito independen­tista, y por ello mismo, sólo Puigdemont puede ser president.

En este punto, la victoria independen­tista es espectacul­ar, y lo reconocen hasta los más cicateros del españolism­o (el pobre Losantos está desolado): ganar cien mil votos más con las institucio­nes trinchadas, los líderes en el exilio y en la cárcel, las entidades amenazadas, los jueces desatados, la propaganda anunciando cataclismo­s económicos y una lista electoral que no existía hace semanas, todo sumado es la Liga, la Champions y la Copa del Mundo al unísono. Y encima, el PP en situación de ridículo cósmico. Veremos cómo continúa todo, pero algo está claro: el 155 ha sido rotundamen­te derrotado.

Arrimadas ha ganado y Puigdemont ha vencido; la primera no gobernará y el segundo podrá ser investido

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