Príncipe del circo
Los padres de Víctor le dieron permiso, de niño, para viajar durante dos semanas con una pareja nómada de titiriteros por los pueblos del Somontano de Huesca en un carro tirado por una burra. Durmió bajo las estrellas, escuchó historias y aprendió a trabar amistades. Aquel mozalbete –le conocí hace ocho años en la Ruta Quetzal, él era monitor– es hoy un sesudo politólogo neoyorkino. En Nueva York ha investigado la vida de otro nómada –coterráneo suyo de hace un siglo– hasta publicar Marcelino, muerte y vida de un payaso (Pregunta), libro que coincide con la exposición Marcelino, el príncipe de los payasos (Diputación Provincial de Huesca), hasta el 25-F.