El banquete
El pota blava volvió a ser hace unos días protagonista de la Fira del Baix Llobregat que este año ha estrenado nueva ubicación en la Granja de la Ricarda. Este pollo, que en la última edición del Fòrum Gastronòmic fue elegido plato favorito de los catalanes (con la preparación de Susana Aragón del Centric Gastrobar), será uno de los productos que hoy se llevarán quienes ultiman las compras para el asado navideño. Pero no el único. Si hace una década en estas fechas el capón y el pavo eran los favoritos, ahora la variedad es mucho mayor. Aunque también hay quien prefiere la caza de pluma, como el faisán o la perdiz, la mayoría optarán por pavos, pulardas, pollo de payés, gallos de pata negra del Penedès, pota blava de El Prat, gallinas jóvenes, pintadas, ocas o patos.
Son piezas que también se pueden comprar cocinadas, para llevar a casa: todo un lujo si quienes las han preparado son maestros en la materia, como los chefs Carles Gaig, Josep Maria Freixa, Nandu Jubany o Fermí Puig, entre otros. La práctica de estos cocineros, que en sus restaurantes nunca han dejado de trabajar esas piezas enteras, majestuosas, servidas para compartir, se está poniendo de moda. Es una tendencia que se atisbó cuando abrieron Chez Cocó o el desaparecido Louis 1856, dirigido por Jordi Vilà, que tal vez no fue comprendido a tiempo. Ahora son algunos restaurantes de cocina creativa los que se están subiendo al carro y aprovechan sus magníficos hornos (los de barro son lo más) para asar esas piezas grandes que ponen el colofón a un menú degustación. Una demostración más de que la cocina clásica y la tradicional son más que compatibles. Y de que se puede celebrar un banquete más allá del 25 de diciembre.