La Vanguardia (1ª edición)

Todas las familias son reales

- MARIÁNGEL ALCÁZAR

Juan Carlos de Borbón está a punto de cumplir 80 años. Nació el 5 de enero de 1938 en Roma y fue rey de España entre 1975 y 2014, algo más de treinta y ocho años que se cerraron con una sorprenden­te abdicación que, al menos sirvió, para frenar en seco la caída en picado de su propia figura y de la Corona, en general. Han pasado más de tres años desde que dijo adiós a la jefatura del Estado y el emérito, un apelativo, por cierto, que le toca las narices, está a punto de salir del purgatorio. Aparcado, que no olvidado, su enfado por no haber sido invitado al acto celebrado en el Congreso el pasado mes de junio con motivo del 40.º aniversari­o de las primeras elecciones democrátic­as, el padre del Rey ha aceptado, como regalo de cumpleaños, estar más presente a lo largo del 2018 en diferentes actos oficiales. Su espacio público, no obstante, tendrá que compartirl­o con la reina

Sofía, quien también cumplirá 80 años el próximo año, aunque no hasta noviembre. La celebració­n conjunta permite a la Zarzuela soslayar algunos temas delicados, como el de dar visibilida­d al anterior rey sin otorgarle protagonis­mo. La cuadratura del círculo, vamos. El primer acto institucio­nal de esa nueva etapa al que asistan los reyes mayores junto a los actuales será la celebració­n de la Pascua Militar, el próximo 6 de enero, un día después del cumpleaños del rey Juan Carlos. La familia real española nunca ha sido muy dada a la celebrar las efemérides a diferencia de otras monarquías, en especial las nórdicas, que montan festejos en todos los cumpleaños redondos. Los británicos llevan varias décadas homenajean­do a Isabel II como si fuera la última vez y, mira, pronto celebrarán su centenario.

A todo esto hay que añadir que el próximo mes de enero el rey Felipe cumple 50 años y si no hay celebració­n institucio­nal para el hijo, tampoco la hay para el padre. Por cierto, el Rey se encontró esta semana con el humorista José Mota que acudió a la comida oficial que los Reyes ofrecieron al presidente de Ecuador, Lenin Moreno, que es, al parecer un admirador suyo. Mota, un clásico de la Nochevieja de TVE, puede ser el único que se ha metido en la piel del rey Juan Carlos y del rey Felipe, ejercicio que deberían practicar quienes están obligados a procurar la armonía en la Zarzuela.

No tienen esos problemas en casa de Isabel Preysler, una mujer capaz de conseguir que un hombre de mundo como Mario Vargas Llosa se preste a ejercer de comparsa hasta en la delirante boda de Ana Boyer. El único hombre que se le resiste a Isabel es su hijo Enrique Iglesias, que no fue a la boda de su hermana para no participar en el circo, aunque ahora se justifique su ausencia con el nacimiento de sus dos gemelos, Nicolás y Lucy, fruto de su relación con la extenista Anna

Kúrnikova, a quien, por cierto, nunca se ha visto embarazada.

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