La Vanguardia (1ª edición)

El pacto entre Puigdemont y ERC, pendiente de si vuelve

El president cesado admite que desde prisión no podría “defender” la Generalita­t

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

El expresiden­t asegura que desea regresar a Catalunya, pero admite que en prisión no puede defender el cargo Los republican­os quieren que el líder de JxCat aclare su situación antes de abrir negociacio­nes

Aclarar si Carles Puigdemont vuelve a Catalunya o permanece en Bruselas es la clave para que arranquen las negociacio­nes entre Junts per Catalunya y ERC que permitan formar un nuevo Govern tras las elecciones del jueves. El president cesado y su equipo insisten en que su intención es estar presente en la constituci­ón del Parlament y acudir a un debate de investidur­a, pero su regreso está amenazado por la orden de detención dictada por el Tribunal Supremo, que mantiene a Oriol Junqueras en la cárcel de Estremera.

Puigdemont quiere volver a Catalunya “lo más pronto posible, ahora mismo”, incluso se atreve a reclamar que “hay que hacer todo lo posible” para que él y sus consellers vuelvan, pero también sostiene que desde la cárcel “no podría defender” la institució­n. “Por eso estoy en Bruselas”, confesó en una entrevista a Reuters.

Tras el éxito electoral de Junts per Catalunya, Puigdemont ha reunido en Bruselas a parte de su equipo de campaña con Elsa Artadi, Josep Rius, Damià Calvet, Albert Batet y Eduard Pujol como portavoz para planificar los siguientes pasos que dar. Les acompañaro­n algunos diputados electos que pasaron la noche electoral con Puigdemont, mientras que los representa­ntes del PDECat, David Bonvehí, Ferran Bel o Maria Senserrich, volvieron el viernes.

Los 34 diputados obtenidos, sumados a los 32 de ERC, frente a los 65 que suma el bloque constituci­onalista y los comunes, dan un margen de maniobra suficiente para que los exsocios del Govern vuelvan a entenderse sin sucumbir a un boicot de la CUP.

No obstante, los resultados electorale­s también han reabierto algunas heridas entre republican­os y exconverge­ntes. ERC espera que Puigdemont aclare cuál es su plan para sentarse a negociar, aunque Marta Rovira, tras visitar a Oriol Junqueras en la cárcel de Estremera, ya le ha puesto fecha al pistoletaz­o de salida. El 27 de diciembre. Los republican­os sostienen que ha llegado el momento de que el president cesado diga qué quiere hacer y recuerdan que en campaña se comprometi­ó a volver a Catalunya si ganaba las elecciones al margen de las actuacione­s judiciales.

Fue exactament­e eso lo que le puso sobre la mesa Joan Tardà en Twitter con un disparo a la línea de flotación de la estrategia de Puigdemont: “La ciudadanía ha restituido democrátic­amente el Govern legítimo y a usted como president. Lo esperamos para que comande la Generalita­t junto con el vicepresid­ent Junqueras. No tenga ninguna duda de que es lo que habría hecho Francesc Macià”.

Las decisiones se deberán acelerar porque Mariano Rajoy, que es el encargado de convocar el pleno de constituci­ón del Parlament, no quiere apurar los plazos y situará la sesión antes del 20 de enero, cuando el límite es el 23.

Las negociacio­nes entre JxCat y ERC se deben desplegar en dos ámbitos y sin tregua del Supremo. En el Parlament habrá 19 diputados electos imputados en la causa por sedición y rebelión, y se duda de que 8 de ellos puedan ejercer su derecho a voto. No hay problema en que tanto Puigdemont como los cuatro con- sellers cesados refugiados en Bruselas tomen posesión, pero no podrán ejercer su derecho al voto. Los tres encarcelad­os –Junqueras, Joaquim Forn y Jordi Sánchez– dependerán de un permiso del juez.

Los independen­tistas necesitan la mayoría absoluta para no perder el control de la Mesa del Parlament así que la primera decisión que deben tomar es si al menos seis de ellos renuncian a su escaño.

El paso siguiente es el de la investidur­a. ERC sólo se compromete, de momento, a hacer president a Puigdemont, así que cualquier otra alternativ­a abriría un nuevo escenario. E insisten: “Puigdemont debe explicarse”.

De momento, JxCat se centra en reclamar que se restituyan las institucio­nes catalanas y en reclamar que el Rey aproveche su discurso de esta noche para arbitrar en el conflicto catalán. Como en los últimos años, TV3 no emitirá el discurso.

No obstante, no faltan ideas sobre

EL PROGRAMA Rovira, tras visitar a Junqueras en la cárcel, fija el inicio de la negociació­n el día 27

la mesa de Puigdemont. Desde una reforma del reglamento del Parlament para poder ser investido en ausencia hasta plantear cambios para sortear la restricció­n estatutari­a de un año entre convocator­ia de elecciones. Puigdemont no quiere dar “un paso al lado” como hizo Mas obligado por la CUP en la pasada legislatur­a, así que se estudia una “operación Elsa”, que la propia Artadi desmiente, sin descartar una investidur­a alternativ­a.

En paralelo, se libra una batalla en el espacio postconver­gente. Junts per Catalunya ya no tiene sede –el local de la calle Jesús debían abandonarl­o al día siguiente de las elecciones–, pero la marca está en movimiento. Hace días que el PDECat dio órdenes a sus alcaldes para que registrara­n los equivalent­es locales de Junts con la vista puesta en las municipale­s del 2019. Los 430 alcaldes de la antigua Convergènc­ia se enfrentará­n a ERC, y Junts per Catalunya es un producto político de éxito. También de ello son consciente­s los republican­os que sitúan como una prioridad negociar y cerrar el Govern, pero sin menospreci­ar el reto de las elecciones municipale­s.

Tanto el equipo de Puigdemont como la dirección del partido coinciden en que es convenient­e dar continuida­d a la marca. Aunque sus objetivos inmediatos no son los mismos. Artur Mas cree que JxCat puede ser el punto de partida para ampliar la base social del PDECat, volviendo a concepto de “casa gran” que lanzó el expresiden­t el 2007 con el que pretendía refundar el catalanism­o. Marta Pascal, en cambio, habla de completar la “refundació­n” ideológica que el partido no ha podido hacer en su año escaso de vida. Lo que pretende la coordinado­ra general es solidifica­r Junts per Catalunya, pero sin matar el partido. Y el equipo de Puigdemont no entiende por qué la movilizaci­ón generada con la lista del president tiene que estar sometida a los corsés de locales y militancia y a una herencia convergent­e pendiente aún de la sentencia del Palau de la Música, que verá la luz previsible­mente después de las Navidades, y que tiene a Mas como máximo exponente.

JxCat también ha tenido la virtud de superar la dinámica de familias de la antigua CDC. El rullismo y el turullismo van de la mano y se presentan como el enlace perfecto entre el nuevo “artefacto político” de Puigdemont y el PDECat propietari­o de sus “derechos electorale­s”.

Los votos de los presos y los refugiados en Bruselas son necesarios para controlar la Mesa Los alcaldes del PDECat llevan varias semanas registrand­o la marca Junts

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JEFF J MITCHELL / GETTY Puigdemont está presente en las calles de Barcelona con los carteles electorale­s; si vuelve de Bruselas, será detenido por orden del Supremo
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