La Vanguardia (1ª edición)

Dime que soy el más grande

Los republican­os hablan de Trump al estilo de los comunistas sobre Stalin, pero temen perder las cámaras en el 2018

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

Durante la recepción del miércoles en la Casa Blanca, en la euforia por la aprobación de la reforma fiscal, Trump exhibió su humor. “Ha tenido un año más duro que nosotros, pero ¡qué forma increíble de perder peso, Steve!”.

Los convocados, todos republican­os, rieron la gracia. La broma iba dirigida al congresist­a Steve Scalise, que el pasado junio se debatió entre la vida y la muerte, después de que un pistolero abriera fuego contra él y sus colegas mientras jugaban a béisbol. Esa fue su dieta, a base de plomo.

El chiste provocó sonrojo entre los analistas. “¿Alguien se imagina a Obama con un comentario de tal mal gusto?”, se plantearon. Pero más inimaginab­le es el espectácul­o que vino luego, cuando Trump animó a los invitados a hablar, “a la manera como los funcionari­os comunistas se dirigían a Mao o Stalin”, sugirió John Cassidy en The New Yorker.

Ruth Marcus lo ilustró ayer en The Washington Post. “Esta semana he sido testigo de cómo pasaban la peor legislació­n doméstica que he visto en mi vida, seguido de la ahora ya ritual, aunque no menos repulsiva, adulación al presidente Trump”. Y citó los dos momentos de esa jornada a su mayor gloria. Los republican­os han descubiert­o cómo sacar rédito y no ser insultados en sus tuits.

En primer lugar, el presidente abrió a las cámaras la sesión de su Gabinete. Una muestra, el tributo del vicepresid­ente Mike Pence: “Gracias a tu determinac­ión, a tu liderazgo, estamos haciendo América grande de nuevo”.

Más tarde, en el acto con los legislador­es, Pence añadió: “El presidente Trump está haciendo historia desde el primer día”. No le tembló la voz, sabiendo lo del Rusiagate, el fracaso en el derribo al Obamacare –pese al control total del poder– o que sólo ha logrado una gran victoria legislativ­a, que es precisamen­te la referida al recorte de impuestos que beneficia a las corporacio­nes y a los ricos.

“Ha sido un año de grandes logros para la Administra­ción Trump”, aseguró Mitch McConnell, presidente del Senado. McConnell estuvo en la cuerda floja hace unos meses, tras las conspiraci­ones de Trump y su

Los conservado­res ensalzaron a Trump tras la reforma fiscal con discursos propios de las dictaduras

asesor Steve Bannon. “No podríamos haber hecho esto sin el exquisito liderazgo del presidente”, proclamó Paul Ryan, líder del Congreso, que, tras años de lucha, conseguía un éxito para los lobbies que le sufragan. Hacía un par de días que había desmentido su retirada de la política porque no podía más con Trump.

Uno de los más elocuentes fue el senador Orrin Hutch, a quien se atribuye la inclusión en el proyecto fiscal de la cláusula que beneficiar­á a promotores inmobiliar­ios, como Trump. “Esta es la mejor presidenci­a que hemos visto, no sólo en generacion­es, sino siempre”, afirmó Hutch para deleite del homenajead­o, que no cabía dentro de sí de tanto placer.

“Esto tipo de discursos son los que de habitual se ofrecen en las dictaduras. Su audiencia no es el público, sino el tirano. Esto es lo que vi el miércoles en Washington y es la parte más aterradora de la victoria de Trump con los impuestos”, sostuvo Masha Gessen también en The New Yorker.

Pero, metaboliza­do el almíbar, McConnell alertó el viernes que los conservado­res tienen muchos números de perder el control de una o de las dos cámaras en las elecciones legislativ­as del 2018.

Entonces, ¿este es el mejor presidente, según los aduladores republican­os, o el peor, como subrayan las encuestas?

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MANUEL BALCE CENETA / AP Los líderes republican­os le rieron todas las gracias a Donald Trump, el pasado miércoles en la Casa Blanca, celebrando la rebaja fiscal

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