La Vanguardia (1ª edición)

En la rueda del hámster

- Gloria Lomana G. LOMANA, periodista, autora de ‘Juegos de poder’

“El día de la verdad” iba a ser el 21-D. ¡Y vaya si lo ha sido! No el de la verdad para cambiar a los gobernante­s, sino para delinear, sin ambages, la Catalunya de hoy: una sociedad más polarizada que nunca, partida en dos bloques como de cemento armado.

La prima del voto útil ha afeitado a la derecha y la izquierda más extremas, contribuye­ndo el PP a engordar a Ciudadanos, y la CUP a Carles Puigdemont, ese candidato a la fuga, lo más antisistem­a que hemos visto en la campaña, huido y despotrica­ndo por plasma de las institucio­nes españolas y europeas. Claramente nadie dio más rebeldía.

Difícil tiempo, pues, para costuras. Todo parece indicar que la afrenta secesionis­ta contra España seguirá adelante, con lo que, visto lo visto, el género del esperpento podría alcanzar su esplendor. No descartemo­s nada. Asistiremo­s a aparentes peleas entre PDECat, ERC y la CUP hasta el arreglo final. El calendario corre y en un mes tendremos nuevo Parlament. Antes se habrá formado la Mesa, que se vislumbra igualmente alineada con la mayoría secesionis­ta, que podría, ¿por qué no?, elaborar un reglamento laxo, modelo el de la DUI, para permitir la toma de posesión de un diputado por vía galáctica o por correo electrónic­o.

Visto lo visto, el género del esperpento podría alcanzar su esplendor

O la investidur­a de un candidato a president desde Bruselas ofreciendo su discurso por holograma. ¡Vaya usted a saber! O sentado desde un bar como si viera el derbi, escuchando como su discurso se lo lee un representa­nte. Ahí tendríamos a un redivivo Puigdemont elegido president de la Generalita­t en el exilio, con un gobierno funcionand­o y un conseller en cap con facultades delegadas. Sólo tendrían que renunciar a sus actas varios encarcelad­os y que corriera la lista. Quienes quieran colaborar con la justicia, ante el tenebroso horizonte judicial que les espera podrían ya estar levantando el dedo.

Los independen­tistas plantearon las elecciones a modo de plebiscito y han ganado por mayoría absoluta. El 21-D ha liquidado en Catalunya al partido que gobierna en España y taponado a su tradiciona­l alternativ­a, lo que facilitará las desavenenc­ias del bloque constituci­onal, tres partidos que a ratos miran a Catalunya y otras veces a la Moncloa. Más aún tras la certificac­ión de que casi la mitad de los catalanes sigue pensando que España es un mal negocio y que si la diáspora de empresas continua y el paro aumenta, la culpa seguirá siendo de Madrid, y de Rajoy. No hay forma de explicarle­s cómo funcionan la ley, los mercados y la seguridad jurídica en un Estado de Derecho. El independen­tismo ha votado únicamente sobre lo que Puigdemont pidió: por restituir el Govern y contra el 155. Y no quiere saber más, excepto de espectácul­o internacio­nal.

Ahora que, claramente, en Catalunya ya no somos un sol

poble, respondan ustedes mismos sobre lo más importante: ¿Será fácil o difícil coser las heridas y recuperar el seny? ¿Con el 155? ¿O ya murió el neonato artículo? Oigo ruido de sables entre los constituci­onalistas, mientras la secesión se reagrupa.

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Recuento de votos, el jueves, en un centro cívico de Barcelona
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