Pesebres para todos
Un centenar de representaciones vivientes se celebran en toda Catalunya durante estas fiestas
El pesebrismo en Catalunya goza de buena salud. Se espera que hasta el fin de fiestas se representen un centenar de estos montajes escénicos en vivo a partir del relato bíblico del nacimiento de Jesús en Belén, según explica Jordi Filella, presidente de la Associació Coordinadora de Pessebres Vivents de Catalunya (ACPVC), que agrupa a 42 agrupaciones de las más de 80 que se cuentan en Catalunya. Se calcula que sólo las representaciones de los asociados a la ACPVC superarán los 120.000 espectadores, lo que supone más de 200.000 asistentes en toda Catalunya. Sólo los pesebres de la coordinadora movilizan a más de 25.000 personas entre actores, figurantes, músicos, montadores y técnicos.
De los 42 pesebres asociados, sólo seis suspendieron la función este año, y de ellos, sólo uno, Linyola (Pla d’Urgell), lo justifica por solidaridad con los políticos encarcelados. En Premià de Dalt no se celebra por obras en el local que impiden el montaje de escenas, mientras que en Sant Adrià de Besòs es por problemas de adaptación a las normativas. En Amer, la localidad natal de Carles Puigdemont, no lo celebran por problemas de organización, como en Peramola, aunque confían seguir con la tradición el año próximo. En el de Sant Guim de la Plana, en la Segarra, conocido como el de els oficis perduts, la asociación ha renunciado por las diferencias abiertas con el Ayuntamiento de Vicfred, municipio al que pertenece.
Filella apunta que “hay agrupaciones que tienen problemas de participación y no consiguen el relevo generacional que garantiza la continuidad de la tradición”. Para actuar en un pesebre viviente “hay que tener un gran sentido del voluntariado y de la participación, porque representar la escena supone un sacrificio personal, en la mayoría de los casos hace frío, y en otros hay que mantener una cierta postura durante horas, además del trabajo logístico, organizar, programar, escenografía, etcétera”.
El pesebrismo en Catalunya se nutre de los grupos parroquiales, pero también del movimiento vecinal, de los grupos de teatro amateurs y de las comisiones de fiestas de muchos pueblos pequeños en los que se acostumbra a mantener el calendario festivo. “Los mismos que organizan el pessebre son los que montan el carnaval y la fiesta mayor”, afirma Filella. Hay pesebres para todos los públicos. La mayoría se realiza en espacios como murallas, casas medievales, iglesias, entornos monumentales y también en plena naturaleza, con vestuarios, algunos con animales, música y mercadillo adicional. Algunos apuestan por un entorno diferenciado, como el que anualmente se celebra en el barrio de Els Magraners, en Lleida, que se ubica en un viejo hangar de aviación.
“Para muchos pequeños pueblos, la celebración del pesebre supone la oportunidad de situar durante unos días la localidad en el mapa y a la vez un apoyo para la restauración y el turismo interior”, remarca Filella. El primer pesebre viviente de la historia se atribuye a san Francisco de Asís, pero en el ámbito catalán, el pionero se celebró en Engordany (Andorra), en 1956, por iniciativa del escritor Esteve Albert. Sólo tres años más tarde se realizó el primero en Catalunya, en Castell d’Aro (Baix Empordà), al que siguió el de Sant Martí Vell. Estáticos o en movimiento, con o sin guion, los pesebres mantienen intacta la luz de la Navidad de siempre.
Las representaciones se nutren de parroquias, movimientos vecinales, y voluntarios de las fiestas mayores