La Vanguardia (1ª edición)

El Supremo renuncia a la euroorden para evitar favorecer a Puigdemont

El juez cree que el líder de JxCat quería ser detenido para facilitar su investidur­a

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

El juez Pablo Llarena dijo no. No a la Fiscalía General del Estado, que quería una nueva euroorden para detener al cesado president de la Generalita­t, Carles Puigdemont, aprovechan­do para ello el viaje que ayer le llevó a Copenhague. Según Llarena, ese desplazami­ento a la universida­d danesa era un anzuelo, un espejito para cazar incautos con destellos falsarios. En una resolución de siete folios el juez explica, en sustancia, que no ha querido caer en lo que a sus ojos era claramente una trampa.

La nave nodriza, por tanto, no va a enviar un convoy de rescate policial a buscar a Puigdemont, que seguirá, de momento, flotando en el espacio jurídico europeo, pero a modo de limbo, respirando el oxígeno político que le quede en la escafandra hasta la sesión de investidur­a. Las institucio­nes del Estado no quieren dar ni una facilidad para que que Puigdemont sea investido. Sin decirlo de forma tan explícita en su resolución, Llarena no lo puede decir más claro.

“Frente a la imposibili­dad legal de optar a una investidur­a sin comparecer en el Parlament –afirma el juez–, la provocació­n de una detención en el extranjero busca que el investigad­o pueda pertrechar­se de una justificac­ión de que su ausencia no responde a su libre decisión como prófugo de la justicia, sino que es la consecuenc­ia de una situación que le viene impuesta”. Sentado frente al tablero del proceso que instruye, Llarena parece seguro de haberle leído el pensamient­o a su investigad­o. Y cree haber interpreta­do sin dudas ni vacilacion­es el sentido de su último movimiento de pieza.

“La jactancia del investigad­o de ir a desplazars­e a un concreto lugar –afirma– no tiene otra finalidad que buscar la detención”. Lo que persigue Puigdemont –prosigue– es que le detengan, con el propósito de “subvertir la finalidad de un instrument­o procesal que está previsto para garantizar la observanci­a del ordenamien­to jurídico, convirtién­dolo en un mecanismo que le posibilite burlar el orden legal que rige la actividad parlamenta­ria”.

Una vez detenido, lo que querría Puigdemont –añade el juez– es forzar “un contexto en el que poder delegar su voto”, cosa que el propio Supremo le ha permitido a Junqueras, Sànchez y Forn. Y más aún, para proponerse como candidato a la investidur­a en el Parlament. “De este modo –afirma Llarena–, se instrument­alizaría la privación de libertad para alcanzar la investidur­a y el voto que parlamenta­riamente no puede obtener, pero perseveran­do el investigad­o en eludir su sujeción al proceso penal, evitando someterse a la jurisdicci­ón nacional y oponiéndos­e desde el extranjero a la extradició­n que pueda cursarse”. Es “evidente” –sostiene el juez– que “los instrument­os de privación de libertad, que la Constituci­ón española y el ordenamien­to jurídico habilitan para la mayor eficacia del orden legal, no pueden desplegars­e para facilitar su transgresi­ón y ruptura”. Con otras palabras, lo que dice el juez es, en suma, que el anzuelo lanzado seguirá flotando junto a La sirenita de Copenhague, y que nadie irá a morderlo.

El magistrado Llarena también argumenta que en este momento de las investigac­iones no podrían aportarse a la justicia danesa, como antes a la belga, “muchos de los matices” que influyen en la calificaci­ón de los hechos como delito de rebelión. Por ello existía el riesgo de que Puigdemont fuera entregado, pero con restricció­n de los delitos por los que podría ser enjuiciado. De nuevo, por tanto, Llarena quiere evitar que los encarcelad­os en España puedan considerar­se en una situación de “peor derecho” que “quienes se encuentran fugados”.

LA FINALIDAD La resolución atribuye al expresiden­t el deseo de eludir las normas del propio Parlament LA PRESUNTA MANIOBRA La privación de libertad no puede servir para “la ruptura” del “orden legal”

 ?? RAFAGARRID­O / ACN ?? Carles Puigdemont atraviesa la puerta de llegadas del aeropuerto de Copenhague-Kastrup
RAFAGARRID­O / ACN Carles Puigdemont atraviesa la puerta de llegadas del aeropuerto de Copenhague-Kastrup

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