Guerra comercial
“Las guerras comerciales son malas y fáciles de perder”, replica Donald Tusk
La Comisión Europea presenta una batería de represalias para responder a los aranceles del 25% sobre el acero y el 10% sobre el aluminio que Estados Unidos tiene previsto aprobar en los próximos días.
Todo a punto para la guerra comercial que nadie o casi nadie quiere. La Comisión Europea presentó ayer su batería de represalias para responder a los aranceles del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio que Estados Unidos tiene previsto aprobar en los próximos días. Bruselas presentó una estrategia en tres frentes.
El más impactante, represalias que afectarían a productos norteamericanos por valor de 2.800 millones de dólares. Una larga lista de artículos, más de 100, que perjudicarían al sector del acero, al industrial y al agrícola. Productos cuidadosamente seleccionados para tener el máximo impacto político, causar conmoción en estados norteamericanos políticamente sensibles. En la lista aparecen las motos Harley-Davidson, los tejanos Levi’s y el whisky bourbon como ya se había anticipado, pero también el zumo de naranja, la crema de cacahuete, los arándanos y el maquillaje de ojos, de labios y artículos para la manicura. Un gran abanico de productos colocados en la parrilla de salida para ser gravados a su vez con aranceles del 25%.
La Comisión Europea ha preparado estas medidas con la esperanza de que no será necesario activarlas. Si finalmente hay que ponerlas en marcha, podrían tardar entre dos y tres meses en aplicarse efectivamente.
El segundo frente en que se ha movilizado el ejecutivo comunitario es más defensivo. Preparar medidas de salvaguarda para evitar que productos que vean cerrado el acceso al mercado norteamericano no inunden el europeo. Se calcula que las medidas proteccionistas pueden provocar una reducción de las importaciones norteamericanas de 15 millones de toneladas de acero.
Y el tercer frente es la demanda a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que la Unión Europea emprenderá sola o conjuntamente con otros países perjudicados. El proceso más legalista, también el más lento y complejo. El hecho de que Washington justifique las medidas en base a cuestiones de seguridad nacional, argumento que Bruselas rechaza de forma rotunda, puede complicar aún más las decisiones en la OMC.
En la presentación de las medidas, la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström evitó en todo momento citar las temidas palabras “guerra comercial”, refugiándose en expresiones como “reequilibrio del impacto”. Era consecuente con
Harley-Davidson, Levi’s, bourbon, crema de cacahuete, zumo de naranja y maquillaje, en el punto de mira
su mensaje de fondo. Hay tiempo de sortear el enfrentamiento: “Mientras las medidas (en EE.UU.) no se hayan adoptado, seguimos confiando en que podamos evitar una disputa comercial mayor, que no va en interés de nadie”. De todas maneras, también advirtió que si se imponen aranceles que pusieran en riesgo a miles de puestos de trabajo en Europa, responderán de manera “firme y proporcional”.
Quien, fiel a su estilo, se pronunció de forma más directa fue el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que corrigió directamente al presidente norteamericano: “Trump dijo que las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar. Pero la verdad es todo lo contrario: las guerras comerciales son malas y fáciles de perder”. Tusk reconoció que hay riesgo de una grave disputa comercial entre los Estados Unidos y el resto del mundo, y por esta razón pidió que se actuara con sentido de la responsabilidad.
Visto lo mal que pintan las cosas, Donald Tusk ha incorporado el conflicto comercial en la agenda de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que se celebrará los próximos 22 y 23 de marzo. El objetivo, “proteger a los europeos contra las turbulencias del comercio”.