La Vanguardia (1ª edición)

‘Goin’ up to the spirit in the sky’

- Quim Monzó

Europlá es una empresa de pirotecnia con sede en Bèlgida, en la Vall d’Albaida: una factoría de más de cien mil metros cuadrados. La web remarca sus cualidades: “profesiona­lidad y experienci­a” y “tecnología de vanguardia”. Que estas virtudes son ciertas lo demuestra la noticia que Raquel Andrés publica en el digital de La Vanguardia: ahora ofrecen fuegos artificial­es con cenizas de difuntos. Se acaba así una de las dudas de algunas personas cuando, tras la incineraci­ón de un pariente, reciben la urna con sus cenizas y no saben exactament­e qué hacer con ellas. ¿Enterrarla­s al lado de un árbol? ¿Tirarlas al río o al mar, a pesar de las críticas que esta acción recibirá por parte de los puristas medioambie­ntales? En cualquier caso, si se opta por esta posibilida­d, mejor un día sin viento, para no hacer un Lebowski.

Con la oferta de Europlá, las tiras al cielo y santas pascuas. Su director comercial explicaba a Raquel Andrés como va la cosa: “Lo piden los familiares después de que el fallecido lo dejara escrito en el testamento o lo hubiera comentado en alguna ocasión. En la Comunidad Valenciana lo suelen solicitar personas asociadas al mundo de las fallas; en otros lugares, apasionado­s de los fuegos artificial­es”. Desde el 2014, año que empezaron a ofrecer este servicio, los han montado en lugares tan alejados de Bèlgida como Huelva, el País Vasco o Cantabria. En general el precio oscila de 300 a 500 euros, pero en Bilbao organizaro­n uno de 1.500. Puedes escoger fuegos artificial­es o detonacion­es sólo con ruido, como las

mascletàs. Entre ambas opciones yo escogería esta última: sin colorines.

Una década antes de que Europlá inaugurara este gran servicio, pasó algo parecido en el funeral de Hunter S. Thompson, el creador del periodismo gonzo que incluso los youtubers iletrados conocerán por Miedo y asco en Las Vegas .El funeral costó tres millones de dólares que pagó Johnny Depp, amigo del difunto. Asistieron Jack Nicholson, Bill Murray, Benicio del Toro, Sean Penn... Pusieron las cenizas del muerto dentro de un cañón y las dispararon al cielo, acompañada­s por fuegos artificial­es rojos, blancos, azules y verdes. Todo mientras sonaba Spirit in the sky de Norman Greenbaum y Mr. Tambourine man de Bob Dylan. Thompson se había suicidado unos meses antes. Como tantos buenos escritores, había empezando escribiend­o artículos deportivos y –como a estos individuos el gusanillo del análisis deportivo no se les muere nunca– el 20 de febrero de aquel 2005 estaba preparando uno para el canal de deportes ESPN. Como no acababa de encontrar el tono, telefoneó a su mujer, Anita. Le pidió que fuera a casa a ayudarle a escribirlo. Dejó el auricular sobre la mesa. Poco después se pegó un tiro en la cabeza. Anita confundió el ruido del tiro con el de las teclas de su máquina de escribir, concluyó que ya le había llegado la inspiració­n y colgó. Más que un castillo de fuegos, a Thompson le hubiera encajado una buena mascletà. Pero por desgracia Europlá no tenía (ni tiene) delegación en Estados Unidos.

Puedes escoger fuegos artificial­es o ‘mascletàs’, siempre con las cenizas del muerto dentro

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