El último dictador argentino
REYNALDO BIGNONE (1918-2018) Expresidente militar de Argentina
Con Reynaldo Bignone muere también la generación de los salvapatrias argentinos. Permanecen encarcelados decenas de represores y violadores de los derechos humanos durante la última dictadura (1976-1983), pero con Bignone, que falleció ayer en el Hospital Militar de Buenos Aires a los 90 años, desaparece el último dictador argentino. Bignone fue el último presidente militar del país y quien traspasó el bastón de mando al demócrata Raúl Alfonsín en 1983.
Al igual que a los otros tres integrantes de la última Junta Militar (1982-1983), Alfonsín salvó por decreto a Bignone de ser juzgado en 1985 en el denominado Juicio a las Juntas, donde fueron condenados cinco de los nueve encausados, que en 1990 serían polémicamente indultados por el presidente Carlos Menem. No obstante, Bignone no se libró de ser imputado en 1984 por la desaparición de tres personas al inicio de la dictadura, aunque la causa no prosperó tras dictar Alfonsín las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987). En los años ochenta también fue condenado por ordenar la destrucción de documentos antes de abandonar el poder, pero se benefició en 1989 de la primera tanda de indultos menemistas.
No fue hasta la llegada de Néstor Kirchner al poder en el 2003 cuando, tras la derogación de todas las leyes de amnistía –sus detractores las llamaron leyes de impunidad– cuando Bignone tuvo que afrontar seriamente a la justicia por sus crímenes, cometidos cuando al principio de la dictadura ocupó los cargos de director del Colegio Militar y comandante del cuartel de Campo de Mayo. Bignone acumulaba dos penas de cadena perpetua, además de otras largas condenas por crímenes de lesa humanidad en los casos Campo de Mayo, Colegio Militar, Automotores Orletti y Plan Cóndor, además de por su responsabilidad en el plan sistemático para el robo de bebés a detenidas desaparecidas.
Muy crítico dentro del ejército con los miembros de la tercera Junta Militar (1981-1982), presidida por Leopoldo Fortunato Galtieri, tras la derrota en la guerra de la Malvinas (1982), Bignone era ideal para dirigir la transición a la democracia. Durante su corta presidencia creó una comisión para investigar las responsabilidades de las Fuerzas Armadas en la guerra, firmó un acta declarando muertos a los opositores desaparecidos, estableció como “actos de servicio” los delitos cometidos por represores y decretó una ley de autoamnistía para los militares, que no tardó en ser derogada por Alfonsín.
Bignone era el último de los cuatro presidentes de la dictadura que quedaba con vida tras la muerte de Jorge Rafael Videla (1925-2013), Roberto Viola (1924-1994) y Galtieri (19262003). No obstante, de los miembros de las cuatro juntas militares del llamado Proceso de Reorganización Nacional –así autodenominado por los golpistas– aún sobreviven Rubén Franco y Omar Graffigna, de 90 y 91 años, integrantes de la cuarta y la segunda junta, respectivamente.
Reynaldo Bignone protagonizó indirectamente una de las anécdotas más recordadas por los defensores de los derechos humanos. El presidente Kirchner visitó en el 2004 el Colegio Militar y, estupefacto ante el hecho de que los cuadros de Videla y Bignone estuvieran colgados junto a los otros exdirectores del centro, ordenó descolgarlos personalmente al comandante en jefe del Ejército, en una imagen emblemática.