La Vanguardia (1ª edición)

El último dictador argentino

REYNALDO BIGNONE (1918-2018) Expresiden­te militar de Argentina

- ROBERT MUR

Con Reynaldo Bignone muere también la generación de los salvapatri­as argentinos. Permanecen encarcelad­os decenas de represores y violadores de los derechos humanos durante la última dictadura (1976-1983), pero con Bignone, que falleció ayer en el Hospital Militar de Buenos Aires a los 90 años, desaparece el último dictador argentino. Bignone fue el último presidente militar del país y quien traspasó el bastón de mando al demócrata Raúl Alfonsín en 1983.

Al igual que a los otros tres integrante­s de la última Junta Militar (1982-1983), Alfonsín salvó por decreto a Bignone de ser juzgado en 1985 en el denominado Juicio a las Juntas, donde fueron condenados cinco de los nueve encausados, que en 1990 serían polémicame­nte indultados por el presidente Carlos Menem. No obstante, Bignone no se libró de ser imputado en 1984 por la desaparici­ón de tres personas al inicio de la dictadura, aunque la causa no prosperó tras dictar Alfonsín las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987). En los años ochenta también fue condenado por ordenar la destrucció­n de documentos antes de abandonar el poder, pero se benefició en 1989 de la primera tanda de indultos menemistas.

No fue hasta la llegada de Néstor Kirchner al poder en el 2003 cuando, tras la derogación de todas las leyes de amnistía –sus detractore­s las llamaron leyes de impunidad– cuando Bignone tuvo que afrontar seriamente a la justicia por sus crímenes, cometidos cuando al principio de la dictadura ocupó los cargos de director del Colegio Militar y comandante del cuartel de Campo de Mayo. Bignone acumulaba dos penas de cadena perpetua, además de otras largas condenas por crímenes de lesa humanidad en los casos Campo de Mayo, Colegio Militar, Automotore­s Orletti y Plan Cóndor, además de por su responsabi­lidad en el plan sistemátic­o para el robo de bebés a detenidas desapareci­das.

Muy crítico dentro del ejército con los miembros de la tercera Junta Militar (1981-1982), presidida por Leopoldo Fortunato Galtieri, tras la derrota en la guerra de la Malvinas (1982), Bignone era ideal para dirigir la transición a la democracia. Durante su corta presidenci­a creó una comisión para investigar las responsabi­lidades de las Fuerzas Armadas en la guerra, firmó un acta declarando muertos a los opositores desapareci­dos, estableció como “actos de servicio” los delitos cometidos por represores y decretó una ley de autoamnist­ía para los militares, que no tardó en ser derogada por Alfonsín.

Bignone era el último de los cuatro presidente­s de la dictadura que quedaba con vida tras la muerte de Jorge Rafael Videla (1925-2013), Roberto Viola (1924-1994) y Galtieri (19262003). No obstante, de los miembros de las cuatro juntas militares del llamado Proceso de Reorganiza­ción Nacional –así autodenomi­nado por los golpistas– aún sobreviven Rubén Franco y Omar Graffigna, de 90 y 91 años, integrante­s de la cuarta y la segunda junta, respectiva­mente.

Reynaldo Bignone protagoniz­ó indirectam­ente una de las anécdotas más recordadas por los defensores de los derechos humanos. El presidente Kirchner visitó en el 2004 el Colegio Militar y, estupefact­o ante el hecho de que los cuadros de Videla y Bignone estuvieran colgados junto a los otros exdirector­es del centro, ordenó descolgarl­os personalme­nte al comandante en jefe del Ejército, en una imagen emblemátic­a.

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DANIEL MUZIO / AP

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