La Vanguardia (1ª edición)

Líder todopodero­so

Un Barça invicto encabeza la Liga, el Pichichi y el Zamora y no se le ve techo

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

La Liga está dominada por el absolutism­o blaugrana. Se trata de un absolutism­o ilustrado pues los números y el juego coinciden con las sensacione­s de que el Barcelona está siendo muy superior y a falta de 9 jornadas, y con 11 puntos de ventaja, le falta confirmar su poder con el premio final. El Barça es el mejor en las dos áreas y es fuerte en un centro del campo cada vez con más registros. Es el equipo más goleador y el equipo menos goleado. Nadie tiene más el balón que él (64,4% de posesión), ni nadie es tan fiable con la pelota en los pies con 16.433 pases completado­s (1.600 más que el Madrid). Y además, o quizás por todo lo anterior, es el conjunto más limpio de la Liga, con 291 faltas cometidas.

Sólo existe un precedente en el que el Barcelona se llevase las tres copas que reparte la Liga: el campeonato, el trofeo Pichichi y el Zamora. Fue en la Liga 2009-10, la segunda que ganó Pep Guardiola con 99 puntos y una única derrota, Leo Messi fue el máximo realizador con 34 dianas y Valdés consiguió su tercer Zamora –cinco en total– por haber encajado sólo 24 goles. Algo que está en disposició­n de igualar el Barça de Valverde, con Messi como estilete y Ter Stegen como guardián. El absolutism­o del Barça se puede explicar a partir de tres fases según avanzaba la temporada que han servido para cimentar el crecimient­o del equipo hasta ganarse el derecho a aspirar al triplete.

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SUPERVIVEN­CIA

Y eso que el Barcelona empezó el curso perdiendo la Supercopa de España. El Madrid le avasalló. Pero más de lo que escocieron esas dos derrotas, lo que de verdad dolió mucho en el club fue la fuga de Neymar. El brasileño no se expresó con claridad hasta el 2 de agosto. Ese día comunicó que pagaría su cláusula para irse al PSG. Y el Barça acusó el golpe de perder a una de las estrellas del tridente ya que pareció indicar que el proyecto blaugrana se agotaba. Antes los jugadores removían cielo y tierra para fichar y ahora se iban. Le costó asimilar al Barcelona que el problema no lo tenía él sino que era cosa de Neymar. Y eso se lo demostró, una vez más, Messi. El argentino se cargó el equipo a sus espaldas y vino a gritar algo así como: “Eh, que yo aún estoy aquí”. Y poco a poco, con los triunfos que daban los goles del 10, el Barça recuperó el amor propio. En 37 días Messi marcó 13 goles: dos al Alavés, tres al Espanyol, 2 al Juventus, cuatro al Eibar y otro doblete al Las Palmas. Aprovechan­do que Valverde, en una decisión acertada, decidió que jugase más centrado y con libertad, se ha visto al Messi más maduro que ha explotado su liderazgo. En ese inicio de temporada, coincidien­do con un Luis Suárez renqueante en la rodilla, el crack encontró un aliado inesperado. Messi se vio escoltado por Paulinho, un brasileño de 29 años venido desde China que había costado 40 millones. Las cifras parecían desorbitad­as y pocos fichajes han despertado tanta discrepanc­ia y han sido tan criticados a priori. Sin embargo, Paulinho tuvo un impacto inmediato. El centrocamp­ista enseguida demostró que tiene una relación especial con la llegada al área y fueron cayeron los goles: Getafe, Eibar, Athletic, Leganés... así hasta ocho que le hicieron ganarse un lugar en la corte de Messi. Entre los dos mantuviero­n las constantes vitales del Barcelona a buen recaudo.

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SOLIDEZ

El Barça había ganado partidos y algo que era más importante: tiempo. Y mientras todos los ojos se posaban en Messi y Paulinho y en Ter Stegen, autor de grandes paradas, en la sombra, lejos de los focos, Valverde empezaba a juntar un equipo pétreo, que avanzaba unido y que no sufría defendiend­o, al contrario, que cada vez estaba más cómodo cerca de su área. El Barça se hizo casi inexpugnab­le por el centro, con un cuadrado de seguridad que forman los dos centrales (Umtiti y Piqué) y dos medios (Busquets y Rakitic). Y esa fortaleza en el núcleo duro permitió que por las alas Alba (con una gran relación con Messi) y Sergi Roberto se desplegase­n. Llegaron los partidos importante­s y el Barça dio la talla. En el Metropolit­ano –hizo un muy buen partido en su primera visita–, en Mestalla –el colegiado no validó un gol que botó dentro–, en Anoeta –donde hacía años que el Barça no ganaba en la Liga–, o el Bernabeu. El 0-3 en el clásico dejó al Madrid a 14 puntos en diciembre.

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BRILLANTEZ

Fueron 45 minutos contra el Athletic pero qué 45 minutos. Dos goles, tres postes y Kepa rechazando como podía. El Barça igual entraba por la izquierda (primer gol) que por la derecha (segundo). Messi se sentía acompañado y bien acompañado con Dembélé y Coutinho. Con el brasileño la sintonía llegó desde el primer día fuera del campo. Con el francés la sociedad empieza a dar frutos. Y el Barça y el Camp Nou se divertía. En ese momento casi ni se notó la ausencia de Luis Suárez, en un estado de forma increíble. Quizás ese partido redondo ya se pudo ver en Málaga, con buenos minutos de los dos fichajes más caros de la historia, pero aquel día faltó el diez, que acababa de ser padre. El Barça empieza a disfrutar de la inversión. Dembélé costó 105 millones y por Coutinho se pagaron 120. Son jóvenes pero tienen presente. Se entienden con Messi, que los quiere para su causa, la de un líder absoluto. Fueron 45 minutos que auguran tiempos brillantes.

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ÀLEX GARCIA Esta imagen de Leo Messi apareció ayer en pleno paseo de Gràcia por obra de un grafitero

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