¡Swish Swish Pesic!
Hay que mover los brazos como un péndulo. Muy estirados, pasándolos de un lado a otro de forma frenética al tiempo que balanceas las caderas y ¡ojo! evitas a toda costa que choquen las extremidades con ellas. Describirlo es complicado, pero viendo un par de los centenares de tutoriales que circulan por la red queda todo algo más claro.
Es la Swish swish dance, bautizada así por la canción de Katy Perry que pasó prácticamente inadvertida hasta que un tal Backpack kid (el niño de la mochila) divirtió a la concurrencia en las redes bailándolo del modo antes explicado. Al ver a su fan, fue la misma Katy Perry la que entendió el potencial de su coreografía no apta para todas las caderas y se llevó al niño desgarbado a sus actuaciones en el Saturday nigh live: desde entonces, y de eso ya hace rato porque todo comenzó en mayo del 2017, la viralidad del Swish swish bish ha ido creciendo hasta invadir casi todos los patios de primaria y aniquilar a caderazos la fiebre del dab. ¿Que ya no nos acordamos del dab? Era bastante más sencillo, solo tenías que inclinarte hacia el interior del codo como si intentaras contener un estornudo al tiempo que extendías el otro brazo. Ya está. Así de simple era hasta hace unos meses el saludo por excelencia con que futbolistas y niños de todos los países celebraban sus victorias o sus gracias.
Ahora, cuando parecía que por fin languidecía el martirio del estornudo a medias, llega el dichoso bailecito del niño de la mochila como una alternativa que, no nos engañemos, no es mucho más elegante y va por el camino de generalizarse del mismo modo. Sólo hay que fijarse un poco y descubrir en parques, patios y esquinas a niños, y no tanto, encajando sin gracia
¿Sería un intento del bailecito de moda lo que hizo Messi el domingo para romper su imagen de aburrido sin causa?
alguna movimientos laterales de brazos y cadera. No hace falta ni la música: todos la tenemos ya en la cabeza.
El Swish, swish, bish / Another one in the basket con que Katy Perry habla del bullying pero partiendo de una metáfora relacionada con el baloncesto (“swish” es una canasta “limpia”) es un horror, sí. Pero consuela pensar que es mejor que lo de que colgarse a pulso de una viga y no tener luego recursos para retroceder. O hacer carreras delante del tranvía para ver quién es más valiente... ¿Qué les pasa a los adolescentes? ¿Es lo de siempre? ¿Demasiada pantalla y poco deporte?
Entre tanto, no dejo de preguntarme si fue un intento de Swish swish bish el breve baile con que Messi rompía el domingo su imagen de aburrido sin causa. O si serán a ritmo de Swish swish bish los entrenamientos a puerta cerrada con que el baloncesto azulgrana ha marcado su insólito cambio de rumbo... Habrá que preguntárselo a Pesic. A ver si al final no será un baile tan malo.