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La apuesta de ERC por no insistir con la investidura de Carles Puigdemont y buscar alternativas para formar Govern puede ser el inicio de un cambio en Catalunya. El diario también llama la atención sobre cómo pueden afectar a Latinoamérica las elecciones en México, Colombia y Brasil.
HACE ya meses que ERC inició un ejercicio de realismo y asumió que las prioridades catalanas no pasan ahora por la vía unilateral hacia la independencia, sino por la necesidad de formar un Govern, recuperar las instituciones autonómicas y, en suma, superar las turbulencias de los últimos tiempos. Pero esta reorientación de la estrategia republicana adquiere un nuevo relieve en la entrevista que La Vanguardia publica hoy a Pere Aragonès, actual adjunto a la presidencia de ERC y hombre fuerte operativo de dicho partido.
Aragonès es una persona joven –nació en 1982– y, al tiempo, un político experimentado, que se perfila ahora como una nueva cabeza visible de ERC. El régimen carcelario al que está sometido Oriol Junqueras, presidente de los republicanos, y el exilio de Marta Rovira, secretaria general, han propiciado una reestructuración en la cúpula de esta fuerza, en la que también han ganado posiciones recientemente políticos como Sergi Sabrià o Marta Vilalta. De resultas de dicha reestructuración, Aragonès ha ganado protagonismo. Y es por ello que conviene prestar la mayor atención a las palabras que vienen de tales fuentes: ellos serán quienes, en adelante, darán la cara por la formación.
En la mencionada entrevista, Aragonès apremia a formar un Govern viable, con miembros libres de cargas judiciales. Y, asimismo, plantea claramente la necesidad de establecer vías de diálogo con el Gobierno central que dirige Mariano Rajoy, obviamente sin renunciar a las posiciones propias, pero sin condiciones previas, plenamente convencido de que esa interlocución, además de necesaria, es urgente. Lo es para tratar cuestiones muy delicadas, como la situación de los políticos encarcelados, que de modo tan sensible condiciona la actual coyuntura. Pero lo es también en toda circunstancia. Es cierto que llevamos meses desde que esos puentes de diálogo fueron, en su inmensa mayoría, volados. Sin embargo, sería absurdo pensar que esta es una situación normal: al contrario, es excepcional y totalmente desaconsejable.
Esta ERC con nuevos rostros tiene los pies en el suelo y no espera soluciones mágicas ni rápidas. Pero está dispuesta a empezar a sembrarlas para recoger los frutos algún día, a poder ser más pronto que tarde. Creemos que el rumbo que se ha trazado es el más sensato. Coincide además con el de la dirección actual del PDECat, la otra gran fuerza nacionalista. El unilateralismo, el maximalismo, la desatención a las reglas de la política y el quebranto de la ley han demostrado ya ser factores determinantes en el fracaso del proceso independentista (sin olvidar, claro está, la resistencia del Gobierno central a poner alternativas sobre la mesa). Ante este hecho manifiesto, sería absurdo mirar hacia otro lado. ERC lo sabe, y por ello propone una estrategia de otra naturaleza, que nos parece plausible.
Catalunya necesita, después de tantos sobresaltos, entrar en una fase de mayor estabilidad, de regreso a los cauces legales, de restauración de una convivencia ahora mismo seriamente averiada. Los ímpetus soberanistas priorizaron el logro de la independencia por encima de cualquier impedimento, costara lo que costara. Ahora sabemos que eso no es tan sencillo y que hay que trabajar por recuperar la unidad catalana, tanto política como social. Así se han expresado ya distintos partidos. Es imprescindible tender puentes.