La Vanguardia (1ª edición)

Gérald Darmanin

MINISTRO DE HACIENDA DE FRANCIA

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Italia ha protestado la entrada en su país de agentes de aduanas franceses en busca de un refugiado. Darmanin asegura que no hicieron nada ilegal, a pesar de que no avisaron a las autoridade­s italianas, que han pedido explicacio­nes.

VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR masiado con los inversores multinacio­nales en la avenida paulista. “Quien sea el candidato del mercado va a perder”, dijo Cardoso, que llegó a proponer como candidato a Luciano Huck, estrella de un reality show en Rede Globo, que sin embargo ha declinado presentars­e.

Bolsonaro, un exmilitar de ultraderec­ha, sigue siendo el candidato mejor equipado para dar voz a la rabia popular contra la clase política. Su discurso delirante en favor de mano dura contra la delincuenc­ia –bien sea en las favelas de Río, bien en el Congreso de Brasilia–, sintoniza con lo que se palpa en la calle. Más del 50% de los entrevista­dos en una encuesta dijeron que estaban de acuerdo con la frase más identifica­da con el candidato de la ultraderec­ha: “El mejor bandido (delincuent­e) es un bandido muerto”. Hay cada vez más violencia en la campaña y grupos armados de presuntos seguidores de Bolsonaro han disparado contra la caravana electoral de Lula que recorre el país. Pese a ello, muchos votantes oscilan entre Lula y Bolsonaro, un indicio de la confusión crónica que reina en Brasil tras el colapso de los gobiernos del Partido de Trabajo (PT), presididos por el propio Lula y por Dilma Rousseff. El problema para Bolsonaro es que carece de partido y financiaci­ón.

Entre los candidatos que sí tienen infraestru­ctura electoral y dinero, solo Lula cuenta con una sólida base electoral. Uno de cada tres votantes dice que lo votaría. Su baza son los recuerdos de aquellos años de bonanza entre el 2002 y el 2010, cuando Lula legislaba subidas del salario mínimo, subsidios para familias pobres y la incorporac­ión de cientos de miles de jóvenes de familias humildes a la enseñanza universita­ria.

Pero es ya casi imposible que Lula pueda participar en la campaña, ya que está condenado a 12 años de cárcel por un delito de soborno y blanqueo de dinero. “Si Lula es candidato llegará a la segunda vuelta seguro, pero no será candidato” dice Marcelo Mitterhoff, economista del banco público BNDES.

Temer ha intentado restar apoyo a Bolsonaro con su decisión polémica de mandar al ejército federal a las favelas de Río. Pero es posible que la guerra en las favelas genere más votos para la izquierda. No para Lula sino para el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), en el que militaba Marielle Franco, la diputada y activista de derechos humanos que fue asesinada en Río hace dos semanas tras organizar una campaña contra la presencia militar en las favelas.

Si Lula no se presenta, mucho dependerá de si puede trasladar su apoyo personal a otro candidato de la izquierda. La opción más interesant­e podría ser Ciro Gomes que logra reunir algunos requisitos necesarios, al ser un outsider, pero al mismo tiempo un político respetado por su intelecto dentro de la izquierda. Además, es oriundo del noreste, el feudo popular de Lula, cuyos votos serán esenciales si la izquierda tiene alguna posibilida­d de volver al poder. Con el apoyo logístico del PT y su presencia en la televisión, Gomes “podría llegar a la segunda vuelta” dice Chaloub.

Pero hay un problema. Gomes es consciente de que el PT es un producto tóxico en el electorado de clase media y ha atacado el partido de Lula en la últimas semanas. Igual que Bolsonaro, su deseo de romper con el sistema le gana apoyo en la calle pero lo aleja de los aparatos de los grandes partidos que son esenciales para ganar. Lo dijo Lula con su habitual astucia: “Seamos sinceros –afirmó en una entrevista al diario Folha de São Paulo–.Por la derecha, nadie será presidente sin el apoyo de los tucanos (PSDB) y por la izquierda nadie será presidente sin el apoyo del PT”.

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