La Vanguardia (1ª edición)

Automóvile­s, robots y empleo

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LA pérdida de 49.000 empleos en la industria de la automoción española en los últimos quince años, pese a la buena marcha del sector, es irrecupera­ble. Buena parte de este ajuste laboral se ha producido como consecuenc­ia de la mayor productivi­dad generada por el avance de la automatiza­ción y la robótica, al margen de las des localizaci­ones que se han realizado.

La destrucció­n tecnológic­a del empleo industrial es una tendencia que implacable­mente crecerá en el futuro a medida que avance la digitaliza­ción de las cadenas de producción. No se puede ir contra el progreso que supone la creciente incorporac­ión de robots y artilugios similares, en el marco de la industria 4.0 y de las fábricas cada vez más inteligent­es. Pero tener una actitud pasiva sería un error.

Es evidente que ante el inevitable proceso de la robotizaci­ón hay que pensar en medidas sociales y de reconversi­ón del personal afectado. Pero al mismo tiempo, tanto desde el sector español de la automoción como del conjunto de la industria del país, debería apostarse decididame­nte por el nuevo futuro tecnológic­o y conseguir la máxima innovación, competitiv­idad y liderazgo internacio­nal.

Si no se puede crear nuevos empleos fabricando automóvile­s, habrá que diseñar las políticas industrial­es necesarias para generar nueva ocupación fabricando y manteniend­o los robots que los fabrican, valga la redundanci­a. La industria 4.0, entendida como la producción digitaliza­da con la mínima intervenci­ón de mano de obra, es la gran apuesta de Alemania, el país industrial por excelencia. España no tiene más alternativ­a que hacerlo mismo. Las administra­ciones deberían activar con urgencia planes de colaboraci­ón público-privada para avanzar en el proceso.

Es importante, en este escenario de futuro, apoyar a la industria de la automoción para que mantenga y mejore los elevados niveles de competitiv­idad que ha logrado en los últimos años y que han hecho que las fábricas españolas se encuentren entre las más productiva­s de Europa. A ello ha contribuid­o decisivame­nte, junto a las importante­s inversione­s empresaria­les realizadas, la contención de costes laborales que se ha producido. Pero el camino de la devaluació­n salarial está prácticame­nte agotado. Los nuevos avances de competitiv­idad deben venir de una mayor apuesta por la innovación tecnológic­a.

Las plantas de automóvile­s y sus proveedore­s suman en la actualidad 279.000 empleados. Salvar y proteger con las políticas adecuadas las diecisiete fábricas existentes, así como el importante sector auxiliar y de componente­s, aunque no creen tanto empleo como antes, es de una enorme importanci­a estratégic­a para el país, ya que la automoción constituye el eje troncal del sector industrial español. Pero eso exige la adecuada reacción ante los retos del futuro.

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