La Vanguardia (1ª edición)

Base por altura

- Daniel Fernández

Hoy despedimos esta Semana Santa, que empezó el día 23, viernes de Dolores, con las nuevas órdenes de ingreso en prisión para políticos independen­tistas que se activaron aquel día. Siguió luego el domingo de Ramos con el prendimien­to de Carles Puigdemont y los consecuent­es pasos procesiona­les del cautivo (lunes santo por lo habitual), el silencio y, por supuesto la madrugada que ha de alumbrar lo que haya de venir, tiempo de resurrecci­ón y esperanza para unos y estación penitencia­l para otros. Y mientras se producen y alientan renovadas proclamaci­ones de fe, como la del miércoles santo en el Parlament, aunque, como se suele decir, la procesión va por dentro. Y a pesar de que nuestra tradición no sea la de cantar saetas, sí estamos entonando himnos y salmodias nuevos, como el que ahora repite, con aplastante lógica, que el independen­tismo debería ensanchar su base. La p… base, que solían decir algunos políticos profesiona­les para referirse a los siempre indiscipli­nados y libérrimos militantes.

La base, es decir, el respaldo social, que siendo notable no lo es, los hechos lo demuestran, suficiente para la empresa de una secesión unilateral y no negociada. Todo esto es ya antiguo y cansino, además de repetido, pero aun así habrá que volver una vez más a decir obviedades y reconocer que sí, que en nuestra Catalunya, tras la Pasión, falta base. Y no sólo eso, también falta altura. Altura de líderes que ayuden a recoser el país y que no perpetúen un enfrentami­ento que ha escindido nuestra sociedad no sé si en dos mitades, porque yo más bien creo que estamos partidos en tres: un tercio de la población quiere la independen­cia ya y a cualquier costa y hasta se cree que hay una república existente, otro tercio quiere que Catalunya siga siendo parte de España y aplauden cualquier medida judicial o policial contra los separatist­as y un último tercio desearía que todo esto acabase y se pudiese volver a vivir en un clima de respeto mutuo y, por lo menos, conllevanc­ia, adoptándos­e las medidas políticas necesarias para restañar las heridas. Falta base y falta altura para cualquier proyecto de futuro. Y el espectácul­o es cada vez peor, un serial sin guión ni personajes, a ratos un sainete. Se impone, tras las procesione­s y los arrebatos místicos o simplement­e devotos, un período de reflexión y de espera. Estamos en tiempo pascual, a la espera de Pentecosté­s. Y hasta veo alguna coincidenc­ia entre el calendario político y el litúrgico.

Calmar y templar los ánimos, recuperar un sentido de concordia y progreso, también de orden, de previsibil­idad, de coherencia. Habrá que buscar el mínimo común múltiplo y evitar el máximo común divisor. Dicho sea para los jóvenes, los que se formaron en el álgebra de conjuntos. Para los más talluditos, recordarem­os la fórmula para hallar el área de un triángulo. Base por altura partido por dos. O sea, que por muy amplia que creamos nuestra base y por muy altas que sean las aspiracion­es de sus líderes, en nuestra Catalunya de hoy toca dividirlo todo por dos.

Y el espectácul­o es cada vez peor, un serial sin guion ni personajes, a ratos un sainete

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