Base por altura
Hoy despedimos esta Semana Santa, que empezó el día 23, viernes de Dolores, con las nuevas órdenes de ingreso en prisión para políticos independentistas que se activaron aquel día. Siguió luego el domingo de Ramos con el prendimiento de Carles Puigdemont y los consecuentes pasos procesionales del cautivo (lunes santo por lo habitual), el silencio y, por supuesto la madrugada que ha de alumbrar lo que haya de venir, tiempo de resurrección y esperanza para unos y estación penitencial para otros. Y mientras se producen y alientan renovadas proclamaciones de fe, como la del miércoles santo en el Parlament, aunque, como se suele decir, la procesión va por dentro. Y a pesar de que nuestra tradición no sea la de cantar saetas, sí estamos entonando himnos y salmodias nuevos, como el que ahora repite, con aplastante lógica, que el independentismo debería ensanchar su base. La p… base, que solían decir algunos políticos profesionales para referirse a los siempre indisciplinados y libérrimos militantes.
La base, es decir, el respaldo social, que siendo notable no lo es, los hechos lo demuestran, suficiente para la empresa de una secesión unilateral y no negociada. Todo esto es ya antiguo y cansino, además de repetido, pero aun así habrá que volver una vez más a decir obviedades y reconocer que sí, que en nuestra Catalunya, tras la Pasión, falta base. Y no sólo eso, también falta altura. Altura de líderes que ayuden a recoser el país y que no perpetúen un enfrentamiento que ha escindido nuestra sociedad no sé si en dos mitades, porque yo más bien creo que estamos partidos en tres: un tercio de la población quiere la independencia ya y a cualquier costa y hasta se cree que hay una república existente, otro tercio quiere que Catalunya siga siendo parte de España y aplauden cualquier medida judicial o policial contra los separatistas y un último tercio desearía que todo esto acabase y se pudiese volver a vivir en un clima de respeto mutuo y, por lo menos, conllevancia, adoptándose las medidas políticas necesarias para restañar las heridas. Falta base y falta altura para cualquier proyecto de futuro. Y el espectáculo es cada vez peor, un serial sin guión ni personajes, a ratos un sainete. Se impone, tras las procesiones y los arrebatos místicos o simplemente devotos, un período de reflexión y de espera. Estamos en tiempo pascual, a la espera de Pentecostés. Y hasta veo alguna coincidencia entre el calendario político y el litúrgico.
Calmar y templar los ánimos, recuperar un sentido de concordia y progreso, también de orden, de previsibilidad, de coherencia. Habrá que buscar el mínimo común múltiplo y evitar el máximo común divisor. Dicho sea para los jóvenes, los que se formaron en el álgebra de conjuntos. Para los más talluditos, recordaremos la fórmula para hallar el área de un triángulo. Base por altura partido por dos. O sea, que por muy amplia que creamos nuestra base y por muy altas que sean las aspiraciones de sus líderes, en nuestra Catalunya de hoy toca dividirlo todo por dos.
Y el espectáculo es cada vez peor, un serial sin guion ni personajes, a ratos un sainete