Esperando a Rajoy
Rajoy imprime su ritmo a la crisis y Rivera reclama la cabeza de la líder madrileña
Cristina Cifuentes está a la espera de mantener una conversación con Mariano Rajoy, de viaje oficial a Argentina, para decidir si dimite, aunque los populares se inclinan por que no lo haga y obligar a Cs a sumarse a la moción de censura del PSOE y Podemos
“No siempre se va a salir Ciudadanos con la suya”. Es la explicación que miembros de la dirección nacional del PP dan a la decisión de mantener a Cristina Cifuentes en su cargo pese a la amenaza del partido de Albert Rivera de apoyar la moción de censura del PSOE contra la presidenta madrileña. Pero esa no es una estrategia compartida por todo el PP .
Mantener a Cifuentes fue la decisión del comité de dirección nacional del PP, reunido el lunes tras la convención de Sevilla, de acuerdo con el apoyo expresado por todo el partido, Mariano Rajoy incluido. El núcleo duro del PP acordó no ceder. Ella no abandonará si no se lo pide Génova. El hecho de que en esta cita no estuviera Rajoy, de viaje en Argentina, y que presidiera la reunión la secretaria general, María Dolores de Cospedal, afín a Cifuentes, explica, para muchos dirigentes del PP, que se mantenga el apoyo. Pero no es una decisión muy compartida, y en el PP hay dos sectores que plantean soluciones distintas. La posición mayoritaria reclama la dimisión de la líder madrileña, y que deje paso a otro candidato del PP. La otra, sustentada por Cospedal, prefiere aguantar y no ceder ante Cs. Por eso, la frase más oída es: “A ver qué dice Rajoy cuando vuelva”.
Porque en el horizonte está la amenaza de perder Madrid, opción considerada “una locura” por un amplio sector de dirigentes del PP, que lamentan que los que ocupan la planta séptima de Génova “no se enteran de lo que se dice en la calle”. Para otros, la pérdida del gobierno regional es un riesgo que se podría asumir, creyendo que Rivera no llegará hasta el final.
De momento, la posición de Cospedal es la que prima, y por eso ayer Fernando Martínez Maíllo salió al paso de las declaraciones de Rivera y desmintió que el PP busque ya sustituto a la presidenta madrileña. Sólo entonces, Cifuentes retomó su agenda pública, que había interrumpido la tarde anterior para que la polémica por el máster no interfiera en los actos a los que acude. Ayer era uno organizado por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), y Cifuentes exhibió firmeza.
Pero algunos líderes políticos de la oposición, atribuyendo a Rajoy un gesto más propio de un capo de la mafia que de un presidente del Gobierno, sostienen que el pasado fin de semana comprendieron que Cifuentes está definitivamente sentenciada por Rajoy. Fue cuando, en la convención de Sevilla, el presidente del Gobierno dio un abrazo a la presidenta madrileña y le mostró públicamente todo su apoyo. Estos dirigentes equiparan este respaldo al que el líder del PP exhibió hace casi ya diez años, en el 2009, al entonces presidente de Valencia, Francisco Camps: “Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado”.
Pero también piensan que Rajoy marcará su ritmo a esta crisis y no está dispuesto a que se lo imponga Rivera. El presidente del Gobierno, así, no permitirá que el líder de Cs se cuelgue otra medalla al imponerle la dimisión de Cifuentes, como ya logró al forzar la salida del presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, hace ahora un año.
Rajoy no se inmuta ante las prisas que trata de imprimir Rivera. “Cifuentes tiene que dimitir y dejar paso a un sustituto para acabar la legislatura”, apremió ayer el líder de la formación naranja. “Que tomen la decisión cuanto antes. Si es mañana, mejor que pasado”, urgió.
La resolución no se presume inmediata. Cifuentes no piensa dimitir. “Para nada”, insisten en su entorno. Al menos, si no se lo reclama Rajoy. “Esto va para largo”, se resignan en Cs. De hecho, el pleno para el debate y la votación de la moción de censura contra Cifuentes tiene de plazo hasta el 7 de mayo para celebrarse. Por una vez, no obstante, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, considera que esta situación puede perjudicar tanto a Rajoy como a Rivera, mientras que el aspirante socialista a la presidencia autonómica, Ángel Gabilondo, es el único que a su juicio se consolida y visualiza como alternativa al PP en Madrid.
Sánchez insistió ayer en que “la mentira no puede seguir presidiendo” esta comunidad, en referencia a Cifuentes, mientras aseguró que no había hablado al respecto con Rivera. “Ni tengo por qué”. Pero reiteró que en su mano está encontrar una salida para la crisis de Madrid, en alusión a Gabilondo, o plegarse a darle una salida sólo al PP, “un partido anegado por la corrupción”.
Y mientras el pulso político se libra a múltiples bandas, ayer compareció el presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), y rector de la de Lleida, Roberto Fernández. Lo hizo para salvaguardar “la honorabilidad” de las universidades, también de la Rey Juan Carlos y de su rector, Javier Ramos, del que sólo admitió que sus primeras declaraciones, cuando estalló esta polémica, fueron “algo precipitadas”. Pero Fernández tachó de “inaceptable” que “algunos políticos extiendan sombras de duda” sobre todas las universidades, por más que en este caso puedan haberse producido “graves irregularidades” que ya investiga la Fiscalía. Ayer, de hecho, una de las tres profesoras que presuntamente examinaron a Cifuentes, Alicia López de los Mozos, declaró ante la Policía que no participó en dicho tribunal, ni firmó el acta ni autorizó que se falsificara su firma. Pero el presidente de los rectores advirtió que “los políticos no son una raza de ciudadanos distinta, no tienen derechos ni obligaciones distintas”. “Por tanto –zanjó–, si dicen que tienen un máster y no lo tienen, es motivo de dimisión de su cargo público”. Alto y claro.
Sánchez aprieta al líder de la formación naranja para que no se pliegue a un partido “anegado por la corrupción” El presidente de los rectores zanja que “si un político dice que tiene un máster y no lo tiene es motivo de dimisión”