Marcus du Sautoy
MATEMÁTICO
El científico y divulgador británico publica Lo que no podemos saber (Acantilado). Al presentarlo, señaló la necesidad de instruirse en ciencias y sobre todo en matemáticas para ser más libres en este mundo controlado por algoritmos.
La ciencia tiene sus límites. No puede explicarlo todo. Pero el conocimiento de lo que sí se conoce con certeza resulta más y más necesario. En la era de los algoritmos de Google o Facebook –y a través de ellos de la explotación de datos personales con fines mercantiles y políticos–, el acercamiento al mundo de los números se hace imprescindible para tomar conciencia frente a ese nuevo poder omnímodo que son las grandes corporaciones del big data. Lo dice uno de los mayores y más populares matemáticos de hoy, el británico Marcus du Sautoy, que publica Lo que no podemos saber (Acantilado).
El también profesor de la Universidad de Oxford, presentador en la BBC y columnista en The Times o The Guardian, centra su libro en el reconocimiento y análisis de lo que ignoramos y no podemos averiguar. “La ciencia tiene tanto éxito que el público cree que ofrece todas las respuestas, y no es así”, señala el autor. Hay distintos tipos de límite del conocimiento. Unos se deben a nuestras propias limitaciones: por ejemplo, el cerebro es finito, “así que lo que podemos saber es finito”. Hay, además, preguntas que por su propia naturaleza son imposibles de resolver “para nosotros o para un extraterrestre y por muchos ordenadores que se utilicen”: ¿Es el universo infinito o no? es una de esas preguntas. Finalmente están aquellas cosas que no podemos conocer del universo porque “no disponemos del equipamiento necesario”, ya sea sensitivo, mental o artificial.
Frente a quienes recurren a la teología, consideran que “el universo necesita un creador y hasta afirman que Dios es matemático”, Sautoy arguye que “las matemáticas no necesitan ser creadas porque siempre estuvieron ahí, en todas las cosas”. De modo que “Dios son las matemáticas”. Y los que entienden esta disciplina, que él define como “la ciencia de los patrones”, son “capaces de comprender el universo, controlarlo y hasta predecirlo”.
Puesto que hoy día es un hecho que quienes parecen haberse apoderado del mundo son matemáticos, cabe preguntarse si para ser libre hay que tener nociones de dicho saber. “La respuesta es cada vez
“Hay quien dice que Dios es matemático; yo creo en cambio que las matemáticas son Dios; siempre estuvieron ahí”
más que sí”, dice Sautoy. “Para tomar decisiones, empoderarse y no quedar fuera de los grandes debates del momento hay que conocer el lenguaje científico”, advierte. Y alude a temas tan diversos como el modo en que se fabrican los coches, cómo interviene la ciencia en los cultivos y, de nuevo, cómo funcionan los algoritmos. “A todos nos gusta manejar un móvil o un portátil–señala–, pero sólo si sabemos cómo funciona el algoritmo de un navegador podremos asegurarnos de que no nos gana la partida” y, en definitiva, frenar la manipulación de nuestras vidas desde el big data. El dilema es “programar o ser programados”. Los datos “son el nuevo petróleo” de la economía y a menudo “los damos gratis” sin exigir nada a cambio, aunque hay usos en que sí se da un trato más o menos justo, como cuando permites ser localizado a cambio de que el aparato te indique cómo ir a un lugar. “Google y Facebook están encantados de que les des tus datos sin conocer su valor. Mi trabajo consiste en concienciar a la gente sobre dicho valor”, añade.
¿Y cómo es que, disponiendo de posibilidades y conocimientos suficientes para alimentar a la humanidad y vivir en paz sin degradar el planeta estamos cortejando la autodestrucción? Sautoy contesta: “No es lógico, no. Por eso es tan importante una buena educación científica. Los políticos deberían dotarse de una buena base y seguir cursos de lógica matemática. De ese modo podrían tomar las mejores decisiones de manera informada”. Tendrían que ir a clase de verdad.