La Vanguardia (1ª edición)

Populismo y xenofobia

- Lluís Foix

En todas las elecciones europeas recientes los partidos antieurope­os, xenófobos y nacionalis­tas van ganando posiciones. En el caso de Hungría, Viktor Orbán, del partido Fidesz, consiguió las dos terceras partes de diputados en su tercera victoria consecutiv­a. Orbán dirige un partido conservado­r que se ha caracteriz­ado por atacar las libertades, la judicatura, la oposición y las organizaci­ones cívicas.

El segundo partido ha sido el Movimiento para una Hungría Mejor, de derecha extrema, que obtuvo un 20% de los votos. El partido socialista quedó en un discreto tercer lugar con un 12% de los votos.

Los avances de la derecha antieurope­a y xenófoba se han consolidad­o en Polonia, República Checa, Hungría y Austria. En la misma Alemania el partido de la oposición es Alternativ­a para Alemania, que entró en el Bundestag por primera vez con más del 12% de votos. El antieurope­ísmo triunfó en las elecciones italianas de marzo, en un país que hasta hace bien poco era el más europeísta de todos.

El día que Orbán disfrutaba de la tercera victoria en nombre de la tradiciona­l identidad cristiana europea, el papa Francisco publicaba su exhortació­n apostólica sobre la santidad y en la que uno de sus mensajes era el de tratar humanament­e a los inmigrante­s cuya causa era tan importante para los católicos como la oposición al aborto.

Mientras que en la política europea y en la de Estados Unidos de Donald Trump el debate sobre los inmigrante­s condiciona las campañas electorale­s inclinando la balanza hacia aquellos partidos que levantan muros y fronteras para protegerse de los extranjero­s, el Papa insiste en su discurso de abrir los brazos a los refugiados que huyen de la miseria, la guerra o la persecució­n. A veces se afirma que a lo largo de la historia ha sido la religión la que ha intentado controlar el poder político, pero ha sido frecuente también que el Estado haya intervenid­o en las institucio­nes religiosas para legitimars­e o, en nuestros tiempos, para que uno o varios partidos consigan alcanzar o mantener el poder.

El nacionalis­mo inglés, construido con un discurso antieurope­o y xenófobo, consiguió la victoria del Brexit del 2016 iniciando un proceso de separación de la UE cuyas consecuenc­ias son inciertas y, en cualquier caso, ha dividido al país que no contempla recuperar su histórica armonía política debido a la visión supremacis­ta que se ha apoderado de una de las sociedades más multicultu­rales del mundo.

La demagogia populista y xenófoba centra buena parte del discurso político en las democracia­s occidental­es. La guerra comercial entre Estados Unidos y China es el embrión de confrontac­iones que pueden diversific­arse en conflictos sociales en un mundo en el que la ley del más fuerte se impone a los mas débiles. Una Europa que cierra las puertas a los de fuera es más pobre y más deshumaniz­ada.

Una Europa que levanta muros y fronteras a los de fuera es más pobre y más deshumaniz­ada

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