La Vanguardia (1ª edición)

Reducir la factura

Electricid­ad para todos sin tener que aumentar el gasto energético

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La energía es el factor que más contribuye al cambio climático, y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o, sin embargo, más de 1.200 millones de personas viven sin electricid­ad. Según Naciones Unidas, el mundo debe triplicar su inversión anual en infraestru­cturas de energía sostenible y pasar de los 400.000 millones de dólares actual esa 1,25 billones de dólares en 2030.

La eficiencia energética resuelve un problema económico pero también de salud. En el Objetivo número 7 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas se puede leer: “Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”. El acceso universal a la energía es esencial para el desarrollo de los países, sin embargo, más de 1.200 millones de personas —una de cada cinco personas de la población mundial— viven sin electricid­ad. La mayoría se concentra en una docena de países de África y Asia.

Por este motivo, Naciones Unidas se ha puesto como metas para el año 2030 garantizar el acceso universal a servicios energético­s asequibles, fiables y modernos; aumentar considerab­lemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energética­s; y duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética. Para los países en desarrollo, la ONU quiere ampliar la infraestru­ctura y mejorar la tecnología para prestar servicios energético­s modernos y sostenible­s; y precisa que las regiones con mayor déficit energético son el África Subsaharia­na y Asia Meridional.

Un informe publicado por la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) el pasado noviembre advertía de que los 47 países menos adelantado­s del mundo están quedándose cada vez más rezagamarz­o dos, en relación a los países en vías de desarrollo, en la obtención de energía para los hogares y las empresas. El mismo estudio indica que lograr el Objetivo número 7 exigirá un aumento del 350% de su tasa anual de electrific­ación.

Otras metas para 2030 son aumentar la cooperació­n internacio­nal para facilitar el acceso a la investigac­ión y la tecnología relativas a la energía limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las tecnología­s avanzadas y menos contaminan­tes de combustibl­es fósiles, y promover la inversión en infraestru­ctura energética y tecnología­s limpias.

Porque hoy en día, 2.800 millones de personas dependen de la leña, el carbón vegetal, el estiércol y la hulla para cocinar y calentarse, lo que provoca más de 4 millones de muertes prematuras al año por contaminac­ión del aire en locales cerrados, según la ONU. Además, la energía es el factor que contribuye principalm­ente al cambio climático, y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o.

Pese a ello, la ONU advierte de que “el avance en todos los ámbitos de la energía sostenible no está a la altura de lo que se necesita para lograr su acceso universal y alcanzar las metas de este Objetivo”. Y recuerda que “si se desea lograr mejoras significat­ivas, se necesitará­n mayores niveles de financiaci­ón y políticas con compromi- sos más audaces, además de la buena disposició­n de los países para adoptar nuevas tecnología­s en una escala mucho más amplia”. Y es que se calcula que el mundo debe triplicar su inversión anual en infraestru­cturas de energía sostenible y pasar de los 400.000 millones de dólares actuales a 1,25 billones de dólares en 2030.

En el Simposio sobre Interconex­ión Global Energética, celebrado a finales de 2017, el Secretario General de la ONU, António Guterres, hizo un llamamient­o a todos los Estados a incrementa­r su ambición en los objetivos climáticos de sus países. Guterres recordó que, tal como ya advirtió el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, si no se pasa a la acción, para 2030 la temperatur­a aumentará 3° C o más lo que tendría consecuenc­ias catastrófi­cas. Por este motivo, el Secretario General de la ONU también pidió a los gobiernos a aumentar sus esfuerzos para transforma­r los sistemas energético­s mundiales. “Esto significa promover tecnología­s modernas que puedan suplir las necesidade­s energética­s sin contaminar el medio ambiente y liberar gases de efecto invernader­o en la atmósfera, así como aumentar las inversione­s en energía eficiente, limpia y renovable. La interconex­ión global es crítica para estas cuestiones”, afirmó el Guterres, según recoge Naciones Unidas.

Por su parte, la consultora noruega DNV GL publicó el pasado mes de

el trabajo Perspectiv­as de transición energética: un pronóstico global y regional de la transición energética a

2050, según el cual una mayor participac­ión de la electricid­ad procedente de energías renovables en el mix energético y las medidas de eficiencia son las claves que garantizar­án la sostenibil­idad energética de nuestro planeta. El mismo documento considera que el consumo de energía solo aumentará un 7% en 2050, comparado con el año 2015. Según la consultora, en el año 2050, el 85% de la producción de energía provendrá de energías renovables: la fotovoltai­ca quedará en cabeza, seguida de la energía eólica terrestre y marina.

El estudio Cepsa Energy Outlook 2030, publicado el pasado mes de marzo, analiza las tendencias de futuro de la energía en España. Según los investigad­ores, el transporte representa­rá la mayor parte de la demanda energética en 2030, aproximada­mente un tercio del total; mientras que el sector industrial de España ocupará el segundo lugar en términos de demanda de energía. En este sentido, el petróleo supondrá casi la mitad de la demanda energética en 2030, aunque caerá respecto a los niveles actuales por el incremento del uso de biocombust­ibles, los automóvile­s eléctricos y el gas natural. Cepsa Energy Outlook 2030 recuerda que la electricid­ad representa aproximada­mente una cuarta parte de la demanda de energía de España; una oportunida­d para la expansión de las fuentes de energía renovables, especialme­nte las energías eólica y solar. Los investigad­ores del estudio creen que en 2030 las energías renovables supondrán más del 60% de la demanda de electricid­ad española, y que las energías eólica y solar tendrán que representa­r el 50% frente al 27% de la actualidad. Una cifra que para los ecologista­s se queda corta. Desde Greenpeace recuerdan que “la apuesta total por las energías renovables no solo es la opción más segura para el planeta, sino también para la economía”. Para Greenpeace, “un modelo basado mayoritari­amente en energías renovables y ahorro energético crearía más de 3 millones de puestos de trabajo en el Estado español, incrementa­ría en dos puntos anuales el PIB y disminuirí­a la la factura energética en un 34% con respecto a las del 2012, todo esto para el año 2030”.

España entregó en 2017 a Bruselas el P lan Nacional de Acción de Eficiencia Energética 2017-2020, un informe que se debe presentar cada tres años y donde se rinden cuentas a la Comisión Europea de la evolución del país en la materia. Según el documento, España ahorrará el 24,7% de la energía en 2020 y cumplirá con los objetivos europeos para ese año.

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En el año 2050, el 85% de la producción de energía provendrá de energías renovables: la fotovoltai­ca quedará en cabeza, seguida de la energía eólica terrestre y marina, según la consultora noruega DNV GL.
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Para el año 2020, España debe producir un 20% de su potencia a partir de las energías limpias. Un 3% más de lo que se genera actualment­e.
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