La Vanguardia (1ª edición)

Orbán, en el punto de mira del Parlamento Europeo

Un informe plantea la supresión del derecho de voto de Hungría en la UE

- JAUME MASDEU Bruselas

En temas de respeto a los derechos fundamenta­les dentro de la Unión Europea, Hungría y Polonia son los sospechoso­s habituales. Llevan años siendo criticados, amonestado­s e incluso amenazados por los responsabl­es europeos con resultados escasos. Contra los dos países se está blandiendo el llamado “botón nuclear”, el artículo 7 de los tratados que puede permitir, en su aplicación extrema, desposeer a un país de su derecho de voto en las institucio­nes de la UE. Ayer fue la Comisión de Libertades Públicas del Parlamento Europeo la que, en un proyecto de informe, se mostró favorable a solicitar la aplicación de este artículo a la Hungría de Viktor Orbán, el mismo que este domingo, una vez más, ganó con rotundidad las elecciones.

Según la ponente del informe, la verde Judith Sargentini, “el tiempo de las advertenci­as ha pasado”, y se constata que Hungría supone “un riesgo grave de violación clara” de los valores democrátic­os de la Unión Europea. En las 26 páginas del informe se desgrana la sucesión de violacione­s que se han constatado en Hungría, que afectan al funcionami­ento del sistema constituci­onal, la independen­cia del poder judicial, la corrupción, los conflictos de intereses y la libertad de expresión, de asociación y de religión. Además, se destaca la discrimina­ción a que están sometidas las minorías rumana y judía, y el trato a las oenegés, “a las que se ha llegado a tachar de agentes extranjero­s”.

En este sentido va la denominada operación stop Soros, la legislació­n especial que permitiría al Gobierno húngaro prohibir las oenegés que apoyen la emigración y que supongan un “riesgo de seguridad nacional”. Se la bautizó con el nombre del millonario húngaro-americano a quién Orbán demonizó durante la campaña electoral. El dossier húngaro se arrastra desde hace siete años en los pasillos del Parlamento Europeo, desde que en el 2011 aprobó la primera resolución sobre derechos fundamenta­les, en aquella ocasión sobre la ley de medios de comunicaci­ón.

El proceso se aceleró en mayo del 2017 cuando el pleno requirió la elaboració­n de este informe. Ahora la comisión de Libertades tiene que aprobarlo en junio y posteriorm­ente el pleno del Parlamento en setiembre. La decisión final la tendrían que tomar los jefes de Gobierno. En su discusión de ayer, los diputados más favorables al informe fueron los socialista­s, los verdes y la Izquierda Unitaria Europea.

En cambio, euroescépt­icos y conservado­res lo criticaron asegurando que partía de falsas premisas, y ambiguo estuvo el representa­nte del PPE, grupo al que pertenece el Fidesz, el partido de Orbán. Criticó tanto al informe como al Gobierno húngaro. A la hora de la verdad, cuando lleguen las votaciones, es previsible que el PPE apoye a su miembro.

La ponente del informe lo quiso elaborar con mucha calma y esmero, tanto que le ha llevado casi un año terminarlo, y le ha coincidido con las elecciones. Haciéndolo público cuatro días después de la victoria de Orbán se coloca en una incómoda posición: la de criticar a quién las urnas han bendecido.

El segundo país amenazado por el artículo 7 es Polonia, otro de los miembros del Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia). En diciembre, fue la Comisión Europea quién tomó la

Se constata “un riesgo grave de violación clara de los valores democrátic­os de la Unión Europea”

iniciativa de solicitar la activación de este artículo para Polonia, pero concediend­o un plazo extra de tres meses para nuevas negociacio­nes.

Dado que las negociacio­nes entre Bruselas y Varsovia van relativame­nte bien, la Comisión no muestra ninguna prisa en acelerar el proceso. Este lunes, el vicepresid­ente de la Comisión, Franz Timmermans, se entrevistó en Varsovia con el primer ministro Mateusz Morawiecki, y volvió cauto pero optimista.

Hungría y Polonia son dos amenazados por el artículo 7, que pueden protegerse mutuamente. Si se llegara al estadio final, a la decisión “nuclear”, la de suprimir el derecho de voto de un país, la decisión debería de tomarse por unanimidad.

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ATTILA KISBENEDEK / AFP Viktor Orbán, en el Parlamento húngaro el pasado martes

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