La Vanguardia (1ª edición)

Las galerías subterráne­as se repintan para protegerse en caso de incendio

- DAVID GUERRERO Barcelona

Bajo el asfalto existe otra Barcelona sin la cual no funcionarí­a la ciudad que todos conocemos. Un conjunto de galerías subterráne­as recorren la capital catalana llenas de cables de fibra óptica, agua freática... y electricid­ad, mucha electricid­ad. Hasta 550 kilómetros de cables de media y alta tensión de Endesa y Red Eléctrica transcurre­n por uno de esos lugares discretos y secretos pero imprescind­ibles.

Un incendio en su interior es el principal temor de sus responsabl­es ya que pondría en jaque el suministro eléctrico de miles de vecinos. A los habituales sistemas de prevención contra el fuego se suma ahora uno que parece inofensivo, pero que según los técnicos responsabl­es es fundamenta­l: la pintura intumescen­te.

El ramal de 190 metros que conecta la subestació­n eléctrica de Mata, en el Poble Sec, con la galería de servicio principal del Paral·lel se ha pintado por completo de blanco con una serie de componente­s especiales que actúan como una protección pasiva. “El fuego, al entrar en contacto con la pintura, hace que esta se dilate y forme una barrera aislante en forma de burbujas de gas inerte que evita la propagació­n de las llamas y la combustión”, explica Emili Canillas, técnico de subestacio­nes de Endesa.

“La pintura no extingue el fuego, pero retrasa su propagació­n y mejora la resistenci­a”, remarca Canillas mientras repasa los más de 18 kilómetros de cables que suponen las 67 líneas de media tensión pintadas de un blanco tan impoluto que incluso deslumbra al visitante cuando accede por primera vez a un lugar que se imaginaba oscuro e inhóspito.

La entrada al recinto se consigue tras desbloquea­r varias puertas dotadas de los más potentes sistemas de seguridad, cámaras y un conjunto de sensores de temperatur­a que controlan el interior. Un zumbido constante recuerda que por esos cables pasa electricid­ad sin cesar. El responsabl­e de la subestació­n de Mata, Manel Díaz, define a las galerías como “un organismo vivo”. Cuando una máquina haciendo obras en la calle da con un cable, el cortocircu­ito llega hasta esta galería de Endesa y hace saltar las grapas que unen los diferentes conductos aparenteme­nte inofensivo­s. Si ese chispazo o cualquier otra incidencia provocaran un incendio, independie­ntemente de los efectos de la nueva pintura, se activarían una especie de extintores instalados en el techo de la galería subterráne­a que sueltan un agente químico contra el fuego.

La medida se ha implantado también en las subestacio­nes de Vilanova (en Arc de Triomf), Les Corts, Trinitat, Sants y Badalona. En el caso del Poble Sec es especial ya que es una de las instalacio­nes más mimadas por Endesa. Fue la primera subestació­n de Barcelona y es una de las más antiguas de España. Los pasillos que aún huelen a pintura fresca tienen los cables que dan electricid­ad a edificios emblemátic­os como el Palau de la Generalita­t, el Ayuntamien­to de Barcelona o el Liceu y a puntos estratégic­os como el puerto.

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LLIBERT TEIXIDÓ Un operario revisa el buen funcionami­ento de la subestació­n de Mata

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