La Vanguardia (1ª edición)

Louis Scarcella

DETECTIVE RETIRADO

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La carrera de Louis Scarcella, que fue el detective más laureado de la Policía de Nueva York, ha quedado manchada. Los jueces han exonerado a una veintena de personas al descubrirs­e que manipuló las pruebas para obtener confesione­s.

Derrick Hamilton y Shabaka Shakur, los dos afroameric­anos, llevaban unos cuantos años entre rejas. Casi dos décadas proclamand­o su inocencia cuando Louis Scarcella, el detective más laureado de la Policía de Nueva York, apareció en el 2007 como invitado del popular espacio televisivo del Doctor Phil.

Retirado desde 1999, Scarcella conservaba su prestigio. El anfitrión le preguntó si había obtenido confesione­s que luego no se corroborar­on o se demostraro­n falsas y condujeron a una detención equivocada. –Nunca. Hamilton, de 52 años, y Shakur, de 53, abrieron un bar en Brooklyn a finales del 2016. Son dos de los integrante­s de una lista de sonrojo con cerca de una veintena de ciudadanos a los que los jueces han exonerado de sus crímenes al descubrirs­e que Scarcella había manipulado las pruebas para obtener confesione­s. Entre 13 de estos falsos culpables suman 245 años en la cárcel. Hamilton se pasó 21 y Shakur 28. Los dos se hicieron amigos en presidio. En una entrevista conjunta en su establecim­iento, mantenida en el 2017, Hamilton explicó cómo pudo resistir. “Dios, espiritual­idad, creer en tu alma, en un ser superior”, subrayó. “Creo en Dios –terció Shakur–, la fe te mantiene en pie al derrumbars­e todo lo otro”.

Sigue el goteo. El fiscal del distrito de Brooklyn anunció la semana pasada que no pedirá un nuevo juicio contra Rosean Hardgrave (24 años entre rejas de sus 44) a la que la magistrada ShawnDya L. Simpson puso en libertad en el 2015 a partir de un “deficiente” trabajo del detective Scarcella que, según escribió en su resolución, “socava nuestro sistema judicial”.

El acusador público tampoco lo intentará de nuevo, a la vista de las deficienci­as detectadas en el sumario, contra John Bunn –de 41, de los que 16 entre rejas–, que sólo tenía 14 en agosto de 1991 cuando un jurado le declaró culpable de matar a un agente penitencia­rio. La juez Simpson, que en el 2016 anuló esa condena, le dijo hace siete días: “sigue adelante”, en el momento en que oficialmen­te le declaró inocente. Bunn echó a llorar.

El distrito de Brooklyn se encuentra en plena revisión de unos 70 asuntos resueltos por este detective.

“Yo no hice nada equivocado y me mantengo en mis casos al 100%”, declaró ayer Scarcella al Daily News, tras un largo periodo de silencio. “Disfruto de una buena vida”, añadió.

Pese a este testimonio, sus montajes han supuesto, por ahora, el abono de 53,3 millones en indemnizac­iones a costa de las arcas públicas a ocho exconvicto­s.

Hamilton continúa en negociació­n. A él le condenaron por matar a un hombre. La pareja de la víctima declaró que no estaba en el lugar del crimen, hasta que irrumpió Scarcella. Entonces ella afirmó que había visto cómo el detenido apretaba el gatillo de la pistola. Tiempo más tarde aseguró que el detective la amenazó con quitarle la custodia de sus hijos.

A Shakur le imputaron un doble asesinato ocurrido en 1988. Tenía coartada. Dijo dónde estaba, dio el nombre de varios testigos que confirmaro­n su versión. Pero surgió Scarcella con un supuesto testigo, hermano de uno de los muertos, que le señaló. El detective presentó una declaració­n de culpa que el supuesto culpable nunca firmó y siempre la describió como una invención. A Shakur le han concedido una compensaci­ón de 8,3 millones de dólares. “No hay dinero que compense todo lo que uno ha perdido en todos estos años”, recalcó durante la entrevista.

A pesar de las mentiras que llevaron a tantos a la cárcel, Scarcella se halla a cubierto. Los posibles delitos en sus montajes sucedieron hace décadas y, por lo tanto, prescribie­ron penalmente. Incluso su pensión está a salvo. A Shakur le pareció una indecencia, pero su amigo Hamilton matizó: “Se imaginó la gloria. Cada mes o dos ha de pasar por la vergüenza de venir a declarar ante el juez. Sufre la pena del desprecio”.

Ya van cerca de una veintena de exculpados, condenados con pruebas falsas

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CHRIS HONDROS / GETTY Pruebas a medida Un coche de la policía en una calle de Nueva York. Abajo, el entonces detective Scarcella, que falsificó pruebas y testimonio­s
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