No a la eutanasia
La Conferencia Episcopal Española se ha posicionado en contra de la eutanasia.
Después de que el Congreso de los Diputados admitiera a trámite el pasado día 9 la propuesta de despenalización de la eutanasia del Parlament de Catalunya y la de regulación del PSOE, la Conferencia Episcopal Española (CEE) emitió ayer un comunicado en el que afirma que la eutanasia es un “mal moral y un atentado a la dignidad de la persona”, añadiendo que “nadie es dueño absoluto de su vida” y que “no existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida”.
Las propuestas que se tramitan ahora en las Cortes piden exonerar de responsabilidad penal a quien ayude a morir a una persona con una enfermedad terminal o incurable que le provoca sufrimiento físico o psíquico grave. La CEE se opone a ello y señala que “el Estado tiene la obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos” y remarca que la eutanasia es ajena a la medicina. “Ya el juramento hipocrático afirma: ‘No daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso’. (...) Las profesiones sanitarias siempre se rigen por el axioma de curar, al menos aliviar y siempre acompañar y consolar”, sostiene el texto episcopal.
Los obispos consideran que lo que demandan los enfermos y sus familias es ayuda para asumir los problemas que se suelen presentar con los cuidados paliativos. Por ello, la CEE se lamenta de que “se quiera proponer una ley de eutanasia cuando no se ha legislado a nivel estatal sobre la instauración” de este tipo de atención hospitalaria.
El documento critica que se presenten la eutanasia y el suicidio asistido como respuestas viables y aceptables al problema del dolor y el sufrimiento. El texto recuerda que el código de ética y deontología médica de la Organización Médica Colegial establece que “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”.
El texto apunta que “el mandamiento ‘no matarás’ se encuentra en el fundamento de toda ética verdaderamente humana, y de modo particular, en la tradición cristiana”.