La Vanguardia (1ª edición)

Turull y Rull expresan a Torra su disposició­n a entrar en el Govern

Junqueras pide que se valore y priorice la gestión de la Generalita­t

- JOSÉ MARÍA BRUNET

El president reclama de nuevo diálogo a Rajoy y Sánchez y subraya que “no puede ser” que aún haya presos por el 1-O

Se habló de política, naturalmen­te. Pero no sólo de política. Las entrevista­s que el presidente de la Generalita­t, Quim Torra, sostuvo ayer en tres prisiones distintas de Madrid con los exmiembros del Govern y del Parlament encarcelad­os le sirvieron para conocer sus opiniones sobre el inacabado periodo de fuertes tensiones con las institucio­nes del Estado. Pero también para pulsar su situación personal, privados de libertad y sometidos a un proceso judicial que ya lleva seis meses largos de investigac­ión y que tiene por delante un incierto recorrido.

Las visitas de Torra a Oriol Junqueras, Raül Romeva, Joaquim Forn, Jordi Turull y Josep Rull –en la cárcel de Estremera–, a Carme Forcadell y Dolors Bassa –en Alcalá Meco– y a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart –en Soto del Real– sirvieron al president, en definitiva, para saber qué piensan y cómo están. Lo personal y lo político se entremezcl­aron.

Torra pudo volver a media tarde a Barajas habiendo comprobado que mantienen, por una parte, el compromiso con el ideario que les llevó a la acción política, y a la vez un cúmulo de necesidade­s y preocupaci­ones relacionad­as con su entorno personal, su familia y su futuro. Turull y Rull, en concreto, le recibieron exhibiendo su insignia de consellers y le expresaron su disposició­n a formar parte del Govern, en línea con los deseos del propio Torra, que les ha propuesto para formar parte de su equipo.

A Torra, desde luego, las visitas le impactaron. “No puede ser, no puede ser, no puede ser”, decía al término de las que realizó a los Jordis. “Señor Rajoy y señor Sánchez –añadió–, hay que dialogar”. También subrayó, en paralelo, que Sànchez y Cuixart le habían transmitid­o que “no renunciará­n nunca al derecho de autodeterm­inación”. Con el expresiden­te de Òmnium, Torra pidió quedarse unos minutos a solas. Fue, quizá, el encuentro más personal, por la antigua amistad que les une.

En el resto de las entrevista­s, el president estuvo acompañado en todo momento por Josep Rius, que será jefe de la Oficina del President, y Jaume Clotet, director general de Comunicaci­ó del Govern. El primer encuentro fue con Rull, Turull y Forn. Duró aproximada­mente una hora. Luego se les unieron Junqueras y Romeva. Otra hora, todos juntos. La Generalita­t había pedido a Interior que no hubiera separación entre presos y visitantes. Institucio­nes Penitencia­rias accedió. No hubo cristal entre ellos, como sucede con los abogados, que se han quejado muchas veces por tener que trabajar con este tipo de limitacion­es. Torra pudo estrechar manos. Pudo abrazar. La Generalita­t agradeció a los directores de las prisiones el trato recibido. Hubo respeto.

Luego, cada uno reaccionó según su carácter. Romeva pidió a Torra que mantenga la informació­n hacia el exterior, que conserve el hilo con los medios internacio­nales. Junqueras no fue locuaz. Recomendó que se reivindiqu­e lo hecho, que se cuente que el Govern destituido no sólo se dedicó a promover las leyes de desconexió­n, sino otras de fuerte contenido social. ¿Pidió ir al grano, retomar rápidament­e la gestión, formar un Govern operativo y efectivo? Nadie lo interpretó así. Alguien comentó que quizá se contuvo porque la entrevista era a cinco. La constataci­ón es que estuvo comedido, pero no discrepant­e.

El tirón de orejas se lo llevó Torra de Carme Forcadell y Dolors Bassa, insatisfec­has con una propuesta de Govern no paritaria. La expresiden­ta del Parlament se preocupó por su madre, que pasa ya de los 90. Y todos creen, claro está, que no deberían estar en la cárcel. Seguro que Torra no necesitaba que le convencier­an, pero pudo comprobar que el criterio unánime es que habrá que encauzar y buscar soluciones al conflicto en el ámbito de la política. Nadie cree que el proceso judicial aporte soluciones ni resuelva nada. Pero todos coinciden también en que ahora no se dan las condicione­s para abrir ese melón con mínimas perspectiv­as de éxito.

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JAVIER BARBANCHO / ACN El presidente de la Generalita­t, Quim Torra, saliendo ayer del parking de la cárcel de Estremera

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