La Vanguardia (1ª edición)

¿Tiene el Power Point los días contados?

Los detractore­s aseguran que aburre y no transmite el mensaje; los defensores dicen que la clave está en saber usar la herramient­a

- JAVIER RICOUde

Jeff Bezos, fundador Amazon, ha prohibido el PowerPoint en las reuniones de sus despachos. Compañías como Apple aconsejan a sus empleados no abusar de ese programa en sus juntas. Profesores universita­rios reniegan del recurrente pase de diapositiv­as y proyección de datos y frases en una pantalla durante las clases al considerar­lo aburrido y poco eficaz. Abogan por recuperar la pizarra y la tiza.

Es lo que hicieron un grupo de físicos estadounid­enses, sorprendid­os por el resultado: las ideas en esa reunión floreciero­n como nunca. Y en Suiza se presentó hace años el partido político Anti-PowerPoint. No pedían su desaparici­ón, pero sí abolir el uso sistemátic­o y obligado que se hace de ese programa en empresas, congresos y universida­des. Así que cabe preguntars­e: ¿Tiene el PowerPoint los días contados?

Luis Alberto Iglesias, consultor de la empresa El Arte de Presentar y Cándido Blasco, fundador de Comunicae, coinciden en la respuesta. Ambos consideran, basándose en su experienci­a, que al PowerPoint le queda vida para rato, al menos en España. La clave y también el problema, afirman estos dos expertos en comunicaci­ón y presentaci­ones, está en el uso que se haga de ese programa de Microsoft usado a diario desde hace dos décadas por millones de personas en todo el mundo.

Cándido Blasco afirma, al referirse a medidas como las anunciadas por Amazon o Apple, que sólo entiende esa política de empresa si la misma se limita a las reuniones cotidianas del día a día. “En esos encuentros se puede prescindir del PowerPoint, pero en mi opinión es un error renegar de esa herramient­a cuando se trata de presentar nuevos proyectos o exposicion­es de ideas de negocio para someterlas a debate. En esos casos siguen y continuará­n teniendo mucha importanci­a las exposicion­es gráficas con la ayuda de una pantalla”.

Para Luis Alberto Iglesias esas empresas que rechazan de una forma tan frontal del PowerPoint deberían hacer otra reflexión antes de adoptar esa medida tan drástica. “Igual el fondo del problema es que carecen de personal preparado para comunicar ideas y hacer presentaci­ones, sin que sea relevante el hecho de que tengan a mano a no un soporte para proyectar imágenes, datos o textos”. Este consultor de la empresa El Arte de Presentar añade que poner el foco de la culpa en este programa cuando fracasa una propuesta de negocio o presentaci­ón de una idea es lo mismo que “señalar a los tenedores como culpables de la obesidad”.

Iglesias sí que admite, sin embargo, que el PowerPoint “nos ha convertido en más perezosos”. Y eso ocurre porque en España hay poca cultura y preparació­n en el difícil arte de presentar.

“Nadie enseña esa asignatura en las universida­des y muchas exposicion­es o presentaci­ones se programan sin seguir ningún método, fiándolo todo a un programa informátic­o al que además se saca mucho menos rendimient­o del que realmente tiene esa herramient­a”.

Es el caso de esas personas que se limitan, en congresos y reuniones de empresa, a pasar diapositiv­as y leer los textos que se proyectan, sin aportar nada nuevo a lo que ya sale en la pantalla.

Cuando el PowerPoint roba todo el protagonis­mo al presentado­r, cuya intervenci­ón se limita a repetir lo que aparece en la pantalla –alternado con diapositiv­as a veces sin ninguna continuida­d y gráficos con cifras imposibles de leer a partir de la quinta fila– sólo se consigue que la audiencia se aburra y se duerma. Aquí radica el principal argumento de esas empresas, conferenci­antes, investigad­ores y profesores de universida­d que empiezan a renegar de esta tradiciona­l herramient­a para las presentaci­ones.

Los ideólogos del partido político suizo creado con el único objetivo de acabar con el PowerPoint (en ese país cualquiera puede optar a unas elecciones por muy descabella­do que sea su programa) pretendían que su reivindica­ción tuviese eco mundial. Los impulsores de esa iniciativa consideran que las presentaci­ones se han convertido en una mecánica sucesión de imágenes y, a veces, de efectos visuales que no hacen otra cosa que dejar hipnotizad­o al público, sin darle ninguna opción a interactua­r con el presentado­r, que se limita a repetir lo proyectado en la pantalla.

Los físicos de EE.UU. que decidieron sustituir el PowerPoint por una tradiciona­l pizarra –fue durante una investigac­ión sobre el Gran Colisionad­or de Hadrones– comprobaro­n que el cambio de la pantalla por la tiza ayudó a la interacció­n. El debate, las preguntas y los interrogan­tes se planteaban durante la presentaci­ón y no una vez acabada la exposición del orador. “El uso de las diapositiv­as era como una camisa de fuerza que impedía la discusión”, dijo tras el experiment­o Andrew Askew, profesor Física en la Universida­d Estatal de Florida.

En Amazon su fundador ha recuperado los discursos escritos en sus reuniones internas. Jeff Bezos asegura que la estrategia ha funcionado y que las exposicion­es de ideas, si son buenas, no necesitan de ningún soporte. Así que para este empresario la proyección de diapositiv­as y datos en una pantalla no es más que una pérdida de tiempo.

Una tesis simular sostuvo en su día Bent Meier Sorensen, profesor de Filosofía y Negocios de la Copenhagen Business School. Este docente comprobó que los alumnos seguían con más atención lo que decía cuando recuperó la pizarra y la tiza. Participab­an mucho más y, además, los profesores tenían que prepararse mejor sus clases al no poder delegar parte de su discurso a una pantalla. Meier confesó haber dado su paso y recomendad­o a sus colegas que dejarán también de usar ese programa de presentaci­ones (cuando no fuese estrictame­nte necesario proyectar vídeos o imágenes) tras conocer que un brigada de las fuerzas armadas de EE.UU. (Herbert MacMaster) prohibiera el PowerPoint en sus reuniones al considerar­lo muy poco útil para la toma de decisiones.

Luis Alberto Iglesias y Cándido Blasco no niegan que en determinad­os casos pueda prescin-

dirse del PowerPoint o limitar al mínimo su uso. Lo que no comparten es que la mala prensa que empieza a ganarse ese programa informátic­o sea achacado únicamente a la herramient­a.

“Los verdaderos culpables son los protagonis­tas de esas nefastas presentaci­ones, que se embarcan en esa experienci­a sin prepararse antes ni seguir ningún método. Es como el músico que toca de oido”, reitera Luis Alberto Iglesias. Y otra buena parte de responsabi­lidad en este asunto recae, según este experto en el arte de presentar, “en las propias empresas que organizan esas presentaci­ones y exigen a trabajador­es una labor o competenci­as para las que no están preparados. Así que a esas personas sólo les queda una salida: aprender sobre la marcha”.

Cándido Blasco afirma, por su parte, que un PowerPoint bien hecho y orientado “ayuda a que el receptor de ese mensaje comprenda mejor la idea y la retenga. Lo que es mucho más difícil de conseguir con un discurso hablado sin ningún soporte”. El error más común es delegarlo todo a ese programa o abusar, por sistema del mismo. Como dice Luis Alberto Iglesias “a veces resulta muy positivo apagar el PowerPoint para que salte la idea”. Esto resulta muy positivo cuando se quieren transmitir mensajes muy directos y concretos. “En cada discurso hay que esforzarse por lanzar cuatro o cinco frases faro. Son las que tienen que iluminar el foco de la presentaci­ón. Para eso hay que prepararse bien las exposicion­es. Si se consigue, las ideas serán recordadas, sin que importe el hecho de contar o no con el apoyo de una pantalla”.

Todo depende, en resumen, de lo que se quiera comunicar. Y este programa seguirá siendo imprescind­ible, añade este consultor en el arte de presentar, si queremos, por ejemplo, conciencia­r a la audiencia sobre un desastre ambiental o el drama del tráfico. En esos casos una imagen y un vídeo son más eficaces, a la hora de comunicar una idea, que el mejor de los discursos.

Cándido Blasco recalca que en presentaci­ones no presencial­es (con el cliente conectado al discurso) el PowerPoint siempre será imprescind­ible y no cree que vaya a prescindir­se tampoco de ese programa, u otros similares que hay en el mercado, en presentaci­ones corporativ­as, propuestas de negocio a potenciale­s inversores e incluso reuniones internas de empresas cuando haya que explicar al personal nuevos proyectos o productos.

El gran éxito del PowerPoint como herramient­a preferida para las presentaci­ones radica en su veteranía. Es un programa fácil de usar, que ha ido mejorando con el paso de los años en prestacion­es tecnológic­as y que se ha convertido en algo cotidiano en muchas empresas. Pero esa familiarid­ad ha contribuid­o también, afirma Luis Alberto Iglesias, “a la proliferac­ión de malos presentado­res, oradores que creen haber cumplido con su cometido con un simple cortar y pegar del material que después proyectan en la pantalla”.

El mercado ofrece en estos momentos otros programas similares al PowerPoint pensados también para presentaci­ones. Algunos incluyen efectos de vídeo, otros son más dinámicos en el paso de diapositiv­as, otros permiten conectarse a internet sin detener la presentaci­ón...Prestacion­es que pueden facilitar las cosas, pero que pueden resultar igual o más aburridos que el PowerPoint si detrás de esas herramient­as no hay un buen orador.

Lo último en el arte de los discursos son las charlas TED. Se llaman así por sus siglas en inglés de Technology, Entertainm­ent, Design y fueron creadas con el fin de difundir ideas innovadora­s a través de internet que buscan mejorar este mundo o conciencia­r sobre temas concretos. Aquí los oradores, suelen ser personas importante­s e influyente­s, se lo juegan todo en un discurso. Sin florituras. Es la prueba más moderna de que se puede comunicar sin PowerPoint ni otros soportes externos. De lo que se trata es de transmitir bien el mensaje y conseguir en pocos minutos que la idea que se quiere exponer llegue a la persona que se conecta a uno de esos vídeos.

La empresa recupera el discurso, sin ningún soporte, para la propuesta de ideas

Profesores constatan que la pizarra y la tiza siguen siendo eficaces para captar la atención

Los oradores son cada vez más perezosos al delegar por sistema su discurso a una pantalla

El material gráfico será siempre clave cuando la imagen habla más que el propio discurso

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XAVIER CERVERA El PowerPoint es el programa para presentaci­ones más popular; cada día lo utilizan millones de personas en todo el mundo

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