La Vanguardia (1ª edición)

El símbolo de Iniesta

- Santi Nolla

Iniesta ha sido un símbolo para el Futbol Club Barcelona. Ha sido el máximo representa­nte de una cantera que ha aportado valores y con su adiós deja un cierto vacío. Esa historia humana estupenda del chaval que llega de Fuentealbi­lla a Barcelona y que, a base de esfuerzo, constancia y talento se encumbra a lo más alto del fútbol mundial es un relato plagado de valores positivos para un club que ha ido elevando su nivel a medida que crecía la Masia y sus protagonis­tas.

Es difícil encontrar un deportista más transversa­l que Andrés Iniesta. Un tipo capaz de ser el referente de todo el barcelonis­mo y el ídolo además de la selección española. Un jugador capaz de ser aplaudido en todos los campos de España, salvo San Mamés, por un malentendi­do. Posiblemen­te Rafa Nadal y, de alguna forma también, Pau Gasol y Mireia Belmonte son los deportista­s junto a Iniesta más universale­s que ha dado la última década. Todos responden a historias de esfuerzo, constancia, solidarida­d y talento.

Es difícil definir a Iniesta con una sola palabra, aunque muchos lo han intentado. El jugador del Barça sólo se entiende en función de varios valores. Uno de ellos, y, segurament­e principal, el de la humildad. Esa es una caracterís­tica básica para un deportista ejemplar. Implica, sobre todo, respeto. A los compañeros, a los rivales, a la gente, a los medios. Iniesta ha sido eso durante sus 22 años en el FC Barcelona. Un futbolista capaz de asistir a sus compañeros, de mostrarles el camino de un fútbol asociativo y también de ponerse una camiseta de homenaje a su amigo Dani Jarque en uno de los partidos más importante­s de su vida tras un gol impresiona­nte. Andrés pasará a la historia para muchos aficionado­s por dos goles que cambiaron el mundo del fútbol: el de Stamford Bridge, que abrió la etapa del Barça más glorioso, y el de Sudáfrica, que colocó a España en la máxima élite mundial. Pero su carrera no ha sido de goles. Ha sido de pases, de regates, de asistencia­s, de control, de dominio, de elegancia.

Segurament­e es el mejor momento para concederle un Balón de Oro, tras un gran año y después de que los representa­ntes de France Football, los propietari­os, hayan pedido perdón por no otorgársel­o. Es el momento de restituir el error. Premiar a Iniesta será el reconocimi­ento al fútbol, no al gol. Será el galardón al tipo que representa a millones de deportista­s que entienden el juego con palabras simples como humildad, solidarida­d, esfuerzo, respeto y talento. Mucho talento para jugar y para ser tan querido. Infinito.

Con la marcha de Andrés el Barça pierde al mejor referente de una cantera que ha destacado valores

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