Intento de escaqueo
Todo ocurre los jueves, día de paella en el menú. Y mientras el aún presidente Mariano Rajoy hace una sobremesa de ocho horas en el reservado de un restaurante madrileño durante su propia moción de censura, en Barcelona se presenta El golpe posmoderno. 15 lecciones para el futuro de la democracia, de Daniel Gascón. ¿Es el mejor o el peor día para hacerlo?, se pregunta Santiago Roncagliolo en La Central. Cuenta que, en referencia a Vargas Llosa –escritor nacido en Perú, como él mismo–, una chica a la que conoció le dijo: “Los peruanos no pueden opinar sobre España porque tienen una mentalidad diferente”. Él respondió: “¿Y a partir de qué momento podemos empezar a dar nuestra visión de este país? ¿Cuántos años tienen que pasar?”. Dice que era xenófoba y no lo sabía. Y que las crisis económicas suelen derivar en crisis morales; al deteriorarse la confianza en las instituciones y la justicia, izquierdas y derechas se etnifican. “Cuando pierden el sentido de lo que los une –la idea de Estado– se impone un relato que aprovecha las grietas”.
Publicado por Debate, el libro de Gascón analiza en qué ha consisti- do el proceso soberanista, y una de las conclusiones es que el independentismo catalán jugaba con fuego: si funcionaba, era imparable, si no, era negable. Muy difícil de probar judicialmente. “Habría sido peor que hubieran hecho lo que decían que harían”, considera la politóloga Berta Barbet. En cualquier caso se plantearon que igual lo conseguirían, según el director adjunto de Crónica Global, Manel Manchón, para quien la perversión de determinada clase dirigente es preocupante: “¿O acaso lo montaron todo sólo para llegar a una negociación? Actuaban como de broma, pero un poco en serio, por si salía”. Desde el público, el editor Miguel Aguilar apunta que si no hubo disturbios es porque el golpe se hizo desde dentro, desde las propias instituciones que aprovecharon (y se aprovecharon de) la fuerza de buena parte de la sociedad: “¿Contra quién iban a sublevarse? De ahí la naturaleza posmoderna que tan bien describe Dani”.
El sí pero no de Puigdemont. Los políticos que se fueron de madrugada. Un Rajoy que esquiva a los periodistas saliendo por puertas laterales o compareciendo tras una pantalla de plasma. Tal vez sigue en el restaurante porque se ha despistado, como le ocurrió a Luis Racionero el pasado martes. Al ver que se retrasaba, Ramón Buckley, que se disponía a presentar Una biografia literària de Carme Riera,
lo llamó. Lo pilló tomándose un gintonic en el Dry Martini. Y mientras él llegaba a la Alibri, la agente Carina Pons hojeaba pertinentemente un ejemplar de El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera, de Andrea Köhler. La directora de Edicions 62, Pilar Beltran, reconocía ser una editora “americana”, en el sentido de que interviene en los textos. Buckley, también biógrafo de Miguel Delibes, explicó que la vida y obra de Riera están muy ligadas y no se entienden la una sin la otra.
Luego Racionero contaría que conoció a Riera cuando aún no eran autores publicados, y se quedó prendado de su belleza, su inteligencia y su fuerza. Le tiró la caña, pero no hubo tema. Para empezar, porque ella estaba casada con Paco Llinás –que está entre el público–, aunque entonces Racionero no lo sabía. Además, la invitó a dar un paseo por Les Planes. ¿Por qué haría algo así, si nunca había ido a Les Planes? Ah, eso fue cosa de Ramon Canals, contestará ella. Resulta que Canals estaba fascinado con las parrillas y barbacoas, decía que eran algo extraordinario, porque se acercaba y comentaba “qué bien huele”, entonces siempre había alguien que le invitaba a probar sus costillitas, y así comía gratis.
Riera cree que el libro tiene los días contados, y acabará siendo lo que fue en el siglo XVIII, un entretenimiento de salones en el que se leerán unos a otros, nada que ver con la revolución que significó en el XIX. “Lo que hoy representa la nación y la cohesión social es el fútbol”, dice. Ejemplo de que cada
vez tienen menos espacio es que Ikea, que antes vendía tres modelos de librería, ya sólo vende uno. En otras tiendas como Bauhaus o Leroy Merlin han desaparecido, asegura. Se refiere a los literarios, y hay que especificarlo. En la universidad preguntó a sus alumnos qué era lo último que habían leído, y una contestó: Cómo vencer el estreñimiento con alimentos con fibra.
La editorial Anagrama casi al completo acudió el miércoles a La Calders, donde Miguel Ángel Hernández presentaba El dolor de los
demás. Allí estaban Jorge Herralde, Lali Gubern, Silvia Sesé, Isabel Obiols, Jane Pilgrem, Maria Teresa Slanzi, también las agentes Mònica Martín, Txell Torrent. La novela indaga en un crimen que perpetró el mejor amigo del autor en 1995, y en su propio pasado en la huerta murciana. Al principio se le ocurrió titularla Cabezo. También pensó en Mar de niebla y Todos los
llantos del pasado. Por suerte se dejó asesorar. Recuerda que Roberto Bolaño quería titular Tormenta de
mierda a Nocturno de Chile. Herralde y Juan Villoro lo disuadieron. Herralde también dijo “jamás” a la opción que Hernández tenía para otro libro anterior: Iconostasis. Finalmente se quedó como Intento de escapada. Mucho más acorde a estos tiempos en punto de fuga.
“Lo que hoy representa la nación y la cohesión social es el fútbol”, dice Riera en la presentación de su biografía literaria