Corta historia del siglo XXI
Aquí van unos cuantos nombres que resumen la corta historia del siglo XXI. China, por ejemplo. Ha llenado el mundo de productos baratos. Su competencia ha provocado la desaparición de sectores industriales enteros. El segundo, Amazon. Un terremoto para los modelos de negocio tradicionales. En el comercio. Pero no sólo. Otro término que hemos aprendido, la austeridad. La política de sangría en el gasto público que, con mayor o menor intensidad, aplicaron los gobiernos para detener la crisis financiera. La globalización, la tecnología, la política. Todo eso en dieciocho años.
El salto económico y tecnológico en este periodo ha sido importante. Pero también ha habido consecuencias indeseadas. La que más, la desigualdad. ¿Cuánta desigualdad soportan las sociedades? Nadie lo sabe. Lo que sí se sabe es que el sentimiento de injusticia es más fuerte cuando esa desigualdad se comete ante nuestros ojos. Ojos que no ven, corazón que no siente. La estadística sobre vuelos aéreos indica que los incidentes con los pasajeros son hasta diez veces más probables en los aviones con asientos de primera clase. Sobre todo si la entrada de los viajeros de clase turista se realiza por la puerta delantera y contemplan las mejores condiciones de viaje de los de primera clase.
Algo ha ocurrido en estos diez últimos años que ha disparado el sentimiento de injusticia en las sociedades occidentales. Qué ha provocado que una parte importante de esas poblaciones se sientan peor tratadas que algunos de sus vecinos. Ha habido que esperar al siglo XXI para hablar de nuevo de los intereses de las élites y las de sus pueblos. Para escuchar de nuevo esa frase “Il palazzo contra la piazza” de los populistas italianos. Será la tecnología. Que ya se sabe que va demasiado de prisa. O la globalización, de la que ya hay evidencias que recorta la soberanía de las naciones. Será la política de austeridad. Que restaura los equilibrios macroeconómicos. Pero que traiciona la promesa histórica del siglo XX según la cual el capitalismo estaba aquí para redistribuir la riqueza. Aunque, claro. También pueden ser las redes sociales. Que polarizan las opiniones políticas hasta extremos ingobernables. Que convierten el mundo y comprimen todas sus contradicciones en una pequeña plaza pública... (Pueblo Chico, Infierno Grande, que dicen en Chile).
La desigualdad ha traído los populismos. Y la gestión de tanto desorden (diría complejidad, pero casi se asemeja al caos) enloquece a los gobiernos, que sienten la tentación de saltarse las normas. Ahí está la nueva deriva autoritaria. La reelección de Vladímir Putin en Rusia; de Xi Jinping en China; de Recep Tayyip Erdogan en Turquía. En Hungría, en Polonia... Sin ir tan lejos, mucha gente ha pensado lo mismo de la manera cómo el censurado gobierno de Mariano Rajoy ha gestionado la crisis de Catalunya. Apunten otro término para este corto siglo XXI. Recesión democrática.
El sentimiento de injusticia es más fuerte cuando la desigualdad se comete ante nuestros ojos