La Vanguardia (1ª edición)

Diplomacia conciliado­ra

El ministro niega que haya hipotecas con los independen­tistas

- CARMEN DEL RIEGO

Las oficinas de representa­ción de Catalunya en el exterior no plantean, a juicio del nuevo ministro de Exteriores, Josep Borrell, un problema.

Las oficinas de representa­ción de Catalunya en el exterior no plantean, a juicio del nuevo ministro de Exteriores, Josep Borrell, un problema en sí mismas, por lo que la decisión del Govern de la Generalita­t de volver a abrirlas no tiene por qué impedirse. La cuestión será la actividad que desarrolle­n, y el Gobierno estará “vigilante” sobre lo que se haga desde estas embajadas. “Actuaremos en consecuenc­ia, (pero) no podemos ser arbitrario­s”, dijo.

Este planteamie­nto supone un cambio de estrategia respecto a la aplicada por los ministros de Exteriores de los gobiernos de Mariano Rajoy, que recurriero­n ante el Tribunal Constituci­onal la ley de Acción Exterior catalana, que posteriorm­ente fue anulada en parte, en una sentencia que subraya que las comunidade­s autónomas pueden llevar a cabo actividade­s con proyección exterior, siempre y cuando respeten las competenci­as exclusivas del Estado en materia de relaciones internacio­nales.

Según el Alto Tribunal, “no toda la actividad exterior puede identifica­rse como materia de relaciones internacio­nales”, y lo que sí está vedado a las comunidade­s autónomas son la celebració­n de tratados, la representa­ción exterior del Estado, la creación de obligacion­es internacio­nales y las responsabi­lidades inimagen ternaciona­les del Estado. El ejecutivo de Rajoy también denunció ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya la apertura de embajadas de la Generalita­t en Dinamarca, Polonia y Croacia.

En un encuentro con periodista­s, Borrell habló con ese cambio de estilo que pretende el diálogo entre Pedro Sánchez y Quim Torra, pero con una advertenci­a: “El Gobierno no tiene hipotecas ni letras de cambio que pagar a los independen­tistas catalanes. Quien apoyó la moción de censura lo hizo porque quiso”.

Borrell sabe que se ha convertido en “la bestia negra del independen­tismo”, pero recuerda que él no es el ministro para Catalunya, que es competenci­a de la ministra Maritxell Batet. Sin embargo, como responsabl­e de Exteriores, lo es de la de España en el exterior “gravemente dañada por el procés”, y por eso una de sus prioridade­s será recomponer­la y contrarres­tar la idea que ha vendido el independen­tismo de España, como un país franquista, cuando los estándares democrátic­os de España no tienen nada que envidiar a otros países.

Borrell reconoce que los gobiernos anteriores hicieron muy buena labor contrarres­tando el procés ,y de hecho ningún gobierno reconoció a Catalunya como Estado independie­nte. “La respuesta de la comunidad internacio­nal fue abrumadora”, indicó. Sin embargo, es necesario dirigirse a las opiniones públicas y explicarle­s qué es España, “qué ha ocurrido aquí y qué ha hecho cada uno”. No se trata de continuar “la escalada” de enfrentami­ento, sino de “restablece­r el diálogo en la medida que sea posible”. Pero esto, advirtió, no supondrá “una actitud entreguist­a”, sino hablar con argumentos, midiendo las palabras. Y dejando claro que el diálogo “no implica cesión ni contrapart­ida”.

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SUSANA VERA / REUTERS Josep Borrell recoge su cartera de ministro para entrar en la Moncloa

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