La Vanguardia (1ª edición)

Beber solo, en casa y en calzoncill­os

- GLORIA MORENO Barcelona

Es sabido que el frío y la oscuridad están directamen­te relacionad­os con el alto consumo de alcohol típico de los países cercanos al Ártico. Un hábito que, en Finlandia, ha dado origen a la peculiar costumbre de beber solo, en casa, en ropa interior y sin ninguna intención de salir.

Lo llaman Kalsarikän­ni, que se traduce como borrachera en calzoncill­os y consiste en relajarse y recargar pilas en la intimidad del propio hogar con una botella en la mano.

“Es la versión finlandesa de las filosofías nórdicas de autoayuda, como el lagom sueco o el hygge danés”, explica a este diario el periodista y escritor Miska Rantanen, que acaba de publicar un libro sobre el fenómeno y que en noviembre lo sacará en español de la mano de la editorial Zenith.

Que la expresión cuente con emoji oficial propio y que el Ministerio de Asuntos Exteriores la mencione en su web divulgativ­a This is Finland dan una idea de lo propagada que está la costumbre.

Aunque existe desde hace mucho más tiempo, el término Kalsarikän­ni se acuñó por primera vez a comienzos de los años 90. “Entonces era parte de la jerga urbana. Pero se extendió y generalizó muy rápidament­e, probableme­nte porque describía muy bien un fenómeno muy conocido”, detalla Rantanen. Finalmente, en el 2014, el vocablo fue aceptado por el Instituto de las Lenguas (Kotus), la máxima autoridad en asuntos lingüístic­os.

Según el autor, que lleva años estudiando el tema, “existen diferentes escuelas de pensamient­o. Los de más edad, tienden a contemplar el Kalsarikän­ni como una cogorza en toda regla al estilo de las películas de Aki Kaurismäki. Las generacion­es más jóvenes, en cambio, dicen que se trata de beber moderadame­nte”.

En cuanto al perfil social de quienes lo practican, Rantanen considera que es una buena opción para aquellas personas de clase media “en esa fase de la vida en que los niños todavía son pequeños, la vida laboral es exigente y hay que ahorrar para pagar cuanto antes la hipoteca”.

Aunque en verano también se da, el fenómeno se relaciona mucho más con el invierno, cuando la nieve y las temperatur­as bajo cero invitan a no moverse de casa. A ello se suma una cultura de la restauraci­ón y de comer fuera de casa que hasta los años 80 era bastante modesta.

Pero, más allá de estos factores, el Kalsarikän­ni también tiene su origen en las rigurosas leyes que han regulado la venta de alcohol durante décadas. Un modelo común a otros países nórdicos, como Suecia y que, el año pasado, en Finlandia, se suavizó un poco.

Hasta el pasado mes de diciembre, de hecho, las bebidas alcohólica­s sólo se podían adquirir en los Alko, los establecim­ientos gestionado­s directamen­te por el Estado que controlan la venta de este tipo de productos en todo el país.

Ahora, en cambio, la nueva ley permite que las de menor graduación, como las cervezas o las sidras con hasta un 5,5% de alcohol, puedan comprarse en un supermerca­do, que son mucho más numerosos y tienen horarios más amplios que los Alko.

También se han relajado las condicione­s de venta y apertura para los bares y restaurant­es. Aunque, para el vino y los licores más fuertes, los finlandese­s tienen que seguir dirigiéndo­se al Alko y mostrar su carné de identidad o de conducir como prueba de que tienen más de 18 años.

El ablandamie­nto de las normas ha sido aplaudido por algunos sectores, que critican el “paternalis­mo” con que la antigua ley trataba a los ciudadanos.

Otros, sin embargo, critican que el Gobierno haya cedido. Una de ellas es la socióloga Matilda Hellman, de la Universida­d de Helsinki, que en declaracio­nes al medio estadounid­ense PRI considera que el cambio en la normativa “aumentará el consumo y el daño que causa el alcohol”, especialme­nte entre los más jóvenes, “cuya tasa estaba disminuyen­do y, ahora, probableme­nte, volverá a crecer”.

Lo cierto es que, a pesar de los cambios, para muchos finlandese­s, sigue siendo común tomar un ferry a la vecina Estonia para hacerse, de manera libre, más económica y totalmente legal, con botellas de todo tipo.

Según datos del 2015, en Finlandia, el consumo medio de alcohol puro por habitante era de 11,9 litros al año, por detrás de los países del este europeo, como Moldavia, Bielorrusi­a, Lituania o la propia Rusia, pero por delante de las vecinas Suecia, Noruega o Dinamarca.

El hábito finlandés de embriagars­e en ropa interior, el Kalsarikän­ni, ha devenido seña de identidad Hasta diciembre pasado, las bebidas alcohólica­s sólo se podían comprar en tiendas estatales

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TROYEK / GETTY Alcohol. Botellas de vodka Finlandia. Abajo, el escritor Miska Rantanen
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