Momento ibuprofeno
EL primer objetivo que se marcó Pedro Sánchez cuando llegó a la Moncloa fue bajar la inflamación en Catalunya. Según su diagnóstico, la falta de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat había creado irritación no sólo entre los independentistas, sino también en los partidarios de la tercera vía, que habían visto en el quietismo de Rajoy un muro de agravios y de lamentaciones. Sin margen real para arreglar la situación, pero con la voluntad de reconducirla, dio instrucciones a su Gobierno para ajustar los discursos, hacer gestos y formular propuestas. Dolores Delgado, ministra de Justicia, lo dejó bien claro en la entrevista que concedió a este diario: “Hay que desinflamar la relación con Catalunya y evitar más dolor”.
En medicina, la inflamación es un mecanismo de defensa, una reacción ante un agente irritante. La metáfora de Sánchez resulta válida, sin entrar en el fondo de la cuestión. El diálogo es como el ibuprofeno, no cura, pero rebaja el dolor. Los antiinflamatorios calman, pero además previenen. De la próxima reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra no se puede esperar grandes acuerdos, pero al menos debería crearse un clima de confianza. Cualquier ocurrencia o salida de tono sería contraproducente. Los 85 escaños del PSOE dan para poco, aunque su voluntad política sea sincera. Es una reunión para desinflamar.
En este contexto, el Gobierno ha iniciado el traslado de los presos independentistas a las cárceles catalanas.Oriol Junqueras, Raül Romeva, Jordi Sànchez, Jordi Cuixart , Dolors Bassa y Carme Forcadell han sido los primeros en abandonar los centros madrileños donde se encontraban por las prisiones de Lledoners (Sant Joan de Vilatorrada) y Puig de les Basses (Figueres). Después trasladarán a Joaquim Forn, Jordi Turull y Josep Rull. Sánchez quería que la reunión en la Moncloa fuera con los presos en Catalunya. No es un gesto menor. Más bien se trata de un motivo de esperanza.