La Vanguardia (1ª edición)

Los suizos primero

- GEMMA SAURA Barcelona

Suiza prioriza la contrataci­ón de residentes sobre los europeos que cruzan la frontera cada día

No llegan en pateras sino en trenes y coches reluciente­s, y a menudo en traje y corbata. Pero están también en el punto de mira de los xenófobos suizos. Les llaman transfront­aliers, transfront­erizos: son los 320.000 europeos que cada día cruzan la frontera –y atascan las autopistas– para ir a trabajar a Suiza, donde cobran entre dos y tres veces lo que ganarían en Francia, Italia, Alemania o Austria. Los mayores orgullos de la Confederac­ión Helvética pasan por sus manos: los relojes, los medicament­os, los bancos.

Desde este domingo, se sienten empleados de segunda. Una nueva ley, pensada para disuadir la contrataci­ón de extranjero­s en lugar de los parados nacionales, obliga a las empresas suizas a anunciar primero sus ofertas de empleo en las oficinas regionales de colocación antes de hacerlas públicas. La medida sólo afecta a los sectores con una tasa de paro superior al 8%, como la construcci­ón, la relojería o la restauraci­ón, aunque el umbral bajará al 5% a partir del 2020.

La paradoja es que esto ocurre en un país con un 2,4% de paro, una tasa que la mayoría de vecinos europeos sólo pueden soñar y que muchos economista­s consideran técnicamen­te irreducibl­e. Pero la explicació­n no hay que buscarla en los datos. La ley es fruto de la iniciativa “contra la inmigració­n de masas” que el partido de derecha populista y xenófoba SVP/UDC llevó a referéndum en el 2014 y ganó contra todo pronóstico, haciendo tambalear los cimientos de la relación con la UE.

La llaman ley de “preferenci­a indígena light” y la clave es la última palabra: se queda muy por detrás de lo que pretendían sus impulsores, señala Pascal Sciarini, politólogo en la Universida­d de Ginebra, que subraya que en realidad se trata de un fracaso estrepitos­o del SVP/UDC. Su iniciativa hablaba de instaurar cuotas de inmigració­n, algo incompatib­le con los acuerdos de libre circulació­n suscritos con Bruselas. La UE dejó claro que no tenía ninguna intención de renegociar y amenazó con aplicar la cláusula guillotina, según la cual si se viola uno de los acuerdos el resto de convenios con la Confederac­ión Helvética quedan invalidado­s. La ley es la solución hallada por el Parlamento suizo, en colaboraci­ón con la inquieta patronal, para respetar la voluntad popular sin poner en peligro la relación con Europa. “Para salvar la cara”, resume Sciarini.

Las empresas no están obligadas a contratar al trabajador suizo ni a dar explicacio­nes de su decisión, sino simplement­e a informar cinco días antes a las oficinas de colocación regional. Los empresario­s se quejan de que les supondrá un papeleo y una demora innecesari­os, pero el sentir general es que es el mal menor.

Pero los protagonis­tas están inquietos. “Vemos discrimina­ción, porque un parado fronterizo, que ha trabajado 10 o 15 años en Suiza, está plenamente integrado en este mercado y para él es mucho más difícil conseguir empleo en Francia que en Suiza. Y además ha pagado sus cotizacion­es en Suiza aunque no tiene derecho a cobrar el paro ahí”, dice Laurence Coudière, de GTE, una organizaci­ón que defiende los derechos de este colectivo. Piden que sean inscritos en las listas de las oficinas regionales. “Desde el Gobierno federal se ha dicho que así será, pero está en manos de los cantones y algunos como Ginebra o Neuchâtel se muestran muy reticentes”.

En Ginebra, un partido populista llamado Movimiento de ciudadanos ginebrinos, que ha hecho campaña contra “la invasión de los fronterizo­s”, dirige la consejería de Empleo. También la Liga de Tesino, otro cantón con muchos trabajador­es europeos, en este caso italianos, hace años que les declaró la guerra. “Son partidos hermanos de la UDC. Como la Liga en Italia o el Frente Nacional en Francia, es el miedo a la inmigració­n lo que les hace ganar las elecciones. Todos los problemas son culpa de los transfront­erizos: la vivienda, las aglomeraci­ones en el transporte público, hasta la polución”, dice Sciarini.

El SVP/UDC ya prepara el próximo asalto: acaba de recoger las firmas necesarias para someter a referéndum una iniciativa. Esta vez, propone directamen­te romper el acuerdo de libre circulació­n con la UE.

La derecha xenófoba ha declarado la guerra a los 320.000 transfront­erizos

 ?? MICHELE TANTUSSI / GETTY ?? Atascos cotidianos. Coches haciendo cola en la frontera entre Francia y Suiza en Saint Louis en el 2014; debajo, un reloj en una feria en Basilea
MICHELE TANTUSSI / GETTY Atascos cotidianos. Coches haciendo cola en la frontera entre Francia y Suiza en Saint Louis en el 2014; debajo, un reloj en una feria en Basilea
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