Por una acción conjunta hispano-lusa
PEDRO Sánchez remató ayer en Lisboa su primera ronda de viajes internacionales, que antes le llevó a París y Berlín. El presidente español se desplazó a la capital portuguesa para entrevistarse con el primer ministro António Costa. Su objetivo era doble: abordar asuntos de la agenda bilateral, ahora que en ambos países gobiernan los socialistas, y estudiar la incorporación de Portugal al eje europeísta ya integrado por Alemania, Francia y España ante la crisis migratoria, en pos de una acción conjunta.
España y Portugal comparten la península Ibérica, han tenido sus disputas fronterizas a lo largo de la historia y podría decirse que a menudo, pese a su vecindad, han vivido de espaldas. Aunque también es verdad que a partir de la revolución de los claveles, su evolución política ha discurrido en paralelo. Ambos países recuperaron la democracia en los años setenta, y en el decenio posterior, concretamente en 1986, entraron a la vez en la Comunidad Económica Europea.
También hubo cierto paralelismo en el modo en que Costa y Sánchez accedieron al poder. Costa es primer ministro desde el 2015, año en que formó una coalición de izquierda y, al ser rechazado por el Parlamento el conservador Passos Coelho, pudo hacerse con la dirección del país. Por otra parte, está en la memoria de todos el acceso de Sánchez a la Moncloa, tras presentar una moción de censura, con apoyos diversos, que derribó a Rajoy y le permitió ocupar su puesto, pese al reducido número de diputados del PSOE en el Parlamento. Podríamos añadir aquí que Costa cogió las riendas de un país muy baqueteado por la crisis y ha conseguido darle un nuevo rumbo, mejorando la economía y la imagen de Portugal. No puede decirse todavía lo mismo de Sánchez, puesto que lleva poco a cargo de España, pero las impresiones recogidas hasta la fecha invitan a cierto optimismo. Tiene por tanto todo el sentido que Sánchez y Costa sumen esfuerzos y compartan estrategias. Y más en la presente coyuntura política, dadas sus “conexiones europeístas”, según dijeron ayer.
Ante la sintonía del actual Gobierno populista italiano con el austriaco o con los de países del Este como Hungría o Polonia, las principales potencias de la Unión Europea, con Alemania y Francia a la cabeza, han cerrado filas. La España de Sánchez ha reaccionado con prontitud, cubriendo la baja de Italia y ofreciéndose a defender con ellas los principios fundacionales de la UE en el ahora particularmente sensible flanco sur del Viejo Continente. Un papel en el que Sánchez quiere también a Portugal, para reforzar la UE y para articular un eje socialista en el sur de Europa.