Un respiro para los migrantes del ‘Open Arms’
Las personas a bordo del barco de la oenegé catalana tendrán un permiso humanitario de 45 días para decidir su futuro
Sursudaneses, sirios, centroafricanos y palestinos, entre los rescatados que podrían pedir el asilo
Una treintena de técnicos de las administraciones autonómica y central, del Ayuntamiento de Barcelona, de la Policía Nacional, de la Guardia Civil, de los Mossos d’Esquadra... se reunieron ayer para organizar el futuro inmediato de las 60 personas rescatadas por el barco Open Arms, el pasado sábado frente a la costa de Libia. Una inusitada y rápida reacción tras confirmarse que la embarcación tenía luz verde para atracar mañana en Barcelona. Un representante de la Policía Nacional anunció en dicha sesión que el Ministerio del Interior autorizaba un permiso de estancia de 45 días para los 60 migrantes, una posibilidad que prevé la ley de Extranjería por razones humanitarias.
Tras el impacto de la llegada del Aquarius hace dos semanas a València con más de 600 personas, a las que también se concedió dicho permiso, la reacción en Catalunya no se ha hecho esperar. Fue el coordinador de Barcelona Ciutat Refugi, Ignasi Calbó, quien al término de la reunión explicó los acuerdos alcanzados y el compromiso del Ejecutivo español para estos 60 migrantes, buena parte de los cuales podría solicitar la protección internacional al proceder de países en guerra o donde la inseguridad es el pan de cada día.
Ocho han escapado de la violencia y el hambre en Sudán del Sur, el país más joven del planeta, con 1,7 millones de desplazados internos y 2,4 millones de refugiados. Cinco han huido de los combates en Siria. Tres de la República Centroafricana, que sufre una de las crisis más olvidadas y sangrantes. Ocho de Palestina, tres de Mali, ocho de Egipto, seis de Libia, cuatro de Eritrea, dos de Etiopía, dos de Camerún, ocho de Bangladesh, uno de Costa de Marfil y un guineano. Cinco son mujeres y cuatro menores de edad, de los cuales dos viajan sin ningún acompañante adulto.
Espoleados por el foco mediático, los participantes en la multitudinaria reunión de ayer activaron un gran despliegue en torno al buque Open Arms, que atracará mañana miércoles en el puerto barcelonés. Estas 60 personas son una gota en un inmenso océano. En tres días 200 personas han sido engullidas por las aguas del Mediterráneo al intentar alcanzar Europa desde Libia en precarias lanchas. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) anunció el domingo que la guardia costera libia había enviado de vuelta al país africano a 10.000 migrantes en lo que llevamos del 2018. Son cifras que afloraron coincidiendo con la cumbre sobre inmigración de la Unión Europea que se saldó con un acuerdo de mínimos.
El desembarco del Open Arms coincide con la llegada a Barcelona de los inmigrantes que cruzan el Estrecho para alcanzar la costa andaluza. Hasta ayer, un total de 660 personas habían viajado en autocar de Andalucía a la capital catalana, donde han sido acogidos, los que lo han deseado, en el operativo organizado por el Ayuntamiento y la Cruz Roja. La mayoría seguirán su rumbo hacia otros destinos europeos y los que se queden, sino pueden optar al asilo o no tengan otras salidas, con toda probabilidad pasarán a engrosar las listas de ciudadanos sin papeles.
Si hasta el momento la totalidad de este colectivo se ha alojado en dependencias cedidas por el Ayuntamiento, los migrantes del Open Arms podrían ser acogidos en otras localidades. Tres comisiones creadas ayer trabajan a contra reloj para organizar todos los detalles de los próximos 45 días de un colectivo de 60 personas que representan el drama del Mediterráneo.