Ver para aprender
Menos asientos (2.097 por los 2.104 de ediciones anteriores) pero más anchos. Más cómodos. Dicen que más resistentes a las radiaciones solares y a la combustión… Y todos (todos, absolutamente todos) llenos en la mesopotámica inauguración de ayer del Grec en que Broggi vio cumplido su deseo. Para su vuelta al clásico festival barcelonés (ahora, al frente de la compañía de moda; antes, como actor sin demasiado éxito) el director del momento rogó a los políticos que vinieran para “ver y aprender un poco” de Gilgamesh.
Y allí estaban, atrapados por esta historia que evoca lejanos dioses y tablillas de barro con inscripciones cuneiformes (y tormentas de arena, puestas de sol y la serpiente que roba la juventud al héroe), muchos políticos y de todos los colores. La menos puntual, Ada Colau, a la carrera, pero radiante con la noticia del barómetro que le daría de nuevo la alcaldía si hubiera elecciones ahora mismo. Junto a un pletórico Francesc Casadesús (en su segundo año como director) y al frente de un séquito en el que no faltó Gerard Pisarello, coincidió (una vez más: la cultura por lo general une), con Xavier Trias, relajado, bronceado y aparentemente despreocupado por la última revolución de las encuestas...
Inmóviles en sus cómodos asientos (durante los 110 minutos sin interrupción de la personal adaptación que Broggi ha hecho de esta obra fundacional que explica la historia de la creación de la civilización), estuvieron también Josep María Pou, Mercè Sampietro y Àlex Rigola. Gente del mundillo que sabe muy bien cuándo y dónde hay que estar. Que mirando siempre se aprende... Como Pere Arquillué y Jordi Tort... Todos entregados. Del todo pendientes de las aventuras de Gilgamesh y Endiku (interpretado por Villegas) y analizando con sus rodadas miradas de profesionales a esos dos personajes que, tal como dijo Broggi, “aspiran a la inmortalidad de la vida eterna o a la del recuerdo, como algunos políticos de hoy en día”.
¿Abrir el festival de verano con un viejo texto mitológico sumerio fue intimidatorio? Pues está claro que, aunque muchos reconocieron que en algún momento lo pensaron, no fue el caso. Tal como también había pronosticado Broggi la propuesta le iba que ni pintada a la inauguración del Grec. Más en un año como este. Más cuando se evoca un diálogo entre Oriente y Occidente. Más cuando estaba claro que tenía que ser algo ambicioso. Épico. Grandioso. Por eso Broggi recurrió a esta epopeya y por eso firmó una vez más su bestial poder de convocatoria .... Incluso la alta consellera Laura Borràs, recién aterrizada de Estados Unidos, llevó hasta el Grec su desconcierto tras el affaire con Morenés en el Folklike Festival de Washington. La gran epopeya sumeria fue, en definitiva, la mejor entrada posible del verano para esta nueva edición del Grec, la más femenina de toda su historia. Un nuevo golpe de efecto de Broggi que, tras triunfar con Èdip en el Romea y reponer Bodas de sangre (en la Biblioteca de Catalunya), se confirma como un auténtico Gilgamesh.
El director (independentista como lo fue su abuelo hasta el día en que murió, en el 2012, a los 104 años) se ha erigido en el rey, el héroe del momento… Capaz de alinear en una misma convocatoria a los hasta ahora citados. Y también a Jaume Collboni (sonriente a pesar de que, según el barómetro que hizo ayer feliz a la alcaldesa Ada Colau, por el momento sale poco beneficiado del efecto de la moción de censura), Ferran Mascarell, Carina Mejías y Alberto Fernández Díaz. Y, claro, también a Joan Subirats, que aceptó ser el comisionado de Cultura cuando en noviembre se lo propuso la alcaldesa. Tras muchos noes acabó por ceder defendiendo que “en momento de grandes preguntas, angustias e incertidumbres, la cultura nos puede ayudar a ver adónde queremos ir”.
Lo que dice Broggi. Ver para aprender.
La menos puntual, Ada Colau..., radiante con la noticia del barómetro que le daría de nuevo la alcaldía