Rusia vuelve a soñar
La modesta anfitriona se da cuenta de que el camino a la final está abierto
Enloqueció Rusia tras el partido que ganó a España, con el que la selección de Stanislav Cherchesov devolvió la alegría a sus aficionados. Los mismos que no daban por ella ni un rublo salieron por miles al centro de Moscú para celebrar por todo lo alto el regreso de su selección al olimpo del fútbol. Tras lo conseguido el domingo, quedarse en octavos se antoja ahora incluso poco. Si se ha ganadoala furia roja, ¿por qué no al rival de cuartos, Croacia? ¿Y por qué no se puede llegar a la final?
Bien mirado, su lado de la tabla de cruces es el camino más sencillo. “Croacia tiene futbolistas de un gran nivel, pero tras España ya no tenemos que tener miedo a nadie”, opinaba el exdelantero de la selección rusa Dimitri Bulykin.
La sensación aquí es que la selección que lideró Akinfeev hizo muy bien su tarea. El objetivo era cometer los menos errores posibles, jugar a la defensiva y plantar batalla al contraataque. Que falte llegada y puntería, y que todos los goles los metieran desde los once metros, no resta méritos a un combinado que al inicio del campeonato sólo se permitía soñar con llegar a octavos. “Una victoria es una victoria”, reaccionó tras el partido Maria Zajárova, portavoz del ministerio de Exteriores ruso en la radio. “Han demostrado que podemos hacerlo todo. Lo importante es querer y, por supuesto, trabajar”, dijo una de las caras de la diplomacia rusa.
Con sus banderas en las manos y las caras pintadas, miles de rusos celebraron la victoria. Desde la desintegración de la URSS, la selección rusa nunca había superado la fase de grupos de un Mundial. En el 2008 alcanzaron las semifinales de la Eurocopa, perdiendo precisamente contra España. Pero en las siguientes citas los resultados volvieron a ser mediocres. “¡No puedo creerlo!”, “¡Quiero gritar y llorar!”, decían los aficionados en la calle Nikólskaya, una vía peatonal entre la plaza Roja y la Lubianka, junto a una de las fan zones de Moscú.
En el palco del Luzhnikí esa alegría la reflejó Svetlana Medvédeva, esposa del primer ministro de Rusia, Dimitri Medvédev. El matrimonio acompañó al rey Felipe VI; al presidente de la FIFA,
Miles de personas celebraron en el centro de Moscú el milagro contra los campeones de ‘la roja’
Gianni Infantino y al presidente de la Federación, Luis Rubiales. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, que no asistió al partido por razones de agenda, llamó luego al Rey, según el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. “El presidente alabó la gran clase del equipo español y subrayó que la estrategia de los entrenadores rusos esta vez ha resultado más precisa”, dijo. El Rey correspondió felicitando al presidente.
Los gritos que más se oían tras la victoria eran el atronador “¡Rusia, Rusia!” e “¡Ígor, Ígor Akinfeev, hey, hey!”, en recuerdo al héroe que paró dos penaltis a España. La alegría desbordada se dio también lejos del centro, donde la ciudad sigue su ritmo al margen del fútbol. “Oí gritos y bocinazos por la ventana”, cuenta una vecina de Profsoyúznaya, una zona residencial y de negocios no muy alejada del estadio. “Me asomé y vi a una mujer que entraba corriendo en un quiosco cuyo dueño veía la televisión. Enchufé mi tele. ¡Habíamos ganado!”
De la roja sólo se acuerdan aquí para subrayar su victoria. “Los grandes españoles, campeones del mundo y tres veces de Europa, que juegan en los clubs más ricos del planeta, con la cabeza gacha, caminan hacia el vestuario. Mientras, la selección rusa baila al ritmo de Kalinka”, publicaba Rossískaya Gazeta, en referencia a la conocida canción. “España tiene problemas, pero no es asunto nuestro. A nosotros nos esperan los cuartos”, decía al final del partido el comentarista del primer canal ruso.