El Cercle ante el espejo
Al fin algunos de los partidarios de la tercera vía mueven ficha. Cansados probablemente de pedir que el Gobierno del Estado haga una propuesta mínimamente atractiva contra la cada vez mayor desafección catalana de las relaciones entre Catalunya y España, lo ha hecho el Cercle d’Economia. Se trata de una propuesta lo bastante concreta. Además de un encaje constitucional nuevo que puede sacar al Estatut catalán del cedazo de las leyes orgánicas armonizadoras ancladas en la jerarquía normativa por la supuesta pertenencia de estas al llamado “bloque constitucional”, el documento del Cercle contiene una reforma específica de la financiación autonómica.
La propuesta se mueve en los márgenes de lo que entiendo que es apropiado, tal como hice constar en el extenso voto particular a la propuesta de reforma de la financiación que firmé como representante de las Baleares. Una alternativa basada en la capacidad fiscal y una mejor vinculación entre decisiones de gasto y la responsabilidad fiscal que de ellas se deriva. Una solidaridad expresada en una nivelación horizontal acotada y transparente con una redistribución evaluable por sus efectos en la eficiencia y en la equidad personal. Una vía diferente a la basada en las necesidades fiscales estimadas por el Estado y sufragadas desde una financiación entre arbitraria y discrecional. Una alternativa que no obligue a quien no la desee y se encuentre más cómodo con gastar sin autonomía de ingresos aquello que se decida en el Estado desde variables a menudo poco robustas pobremente estimadas, ponderadas ad hoc y de dinámica a menudo aleatoria. Pero que esta comodidad de unas comunidades autónomas no condicione las otras comunidades a que aspiren a más autogobierno.
Todo ello implica un ejercicio de realismo para entender que Catalunya no es La Rioja y que el tratamiento fiscal del País Vasco no puede ser tan diferente del de Catalunya, ahogada dentro del régimen común ordinario regional. Pero la situación no pinta bien. La nueva ministra, igual que sus segundos, sabe de la defensa de los intereses locales andaluces, y han trasladado a Madrid buena parte de sus equipos. Y si los hacen prevalecer, Catalunya y Baleares tendrán poco margen de mejora.
Sobre la propuesta del Cercle, después de un mes, nada se ha movido. La burguesía catalana, en la parte que representa el Cercle y en la medida en que no la consideramos un nuevo postureo, se encuentra hoy frente al espejo. El rechazo mencionado y el menosprecio de un nuevo Gobierno que dice que no piensa mover pieza para una nueva financiación puede provocar el convencimiento, todavía de más gente, de que no hay nada que hacer, lo cual no deja de ser una manera como otra de ampliar la base de los independentistas a pesar de proceder de un posicionamiento sobre todo unionista.
Es de agradecer que el Cercle mueva ficha y haga una propuesta de reforma muy concreta